Si yo fuera presidente: “A las 2 pm. del 28 de julio tomo un avión, me planto en la Casa Blanca y traigo de Estados Unidos las vacunas necesarias”. Detallito: el Congreso, que tendrá todos los colores y moretones políticos de una campaña, tendría que dar el permiso para que viaje y salga del país. De lo contrario, podría ser destituido de inmediato por abandono de cargo.

Si yo fuera presidente: “No traería las vacunas, dejaría que el mercado compita para que lleguen al país las mejores vacunas”. En medio de la peor pandemia, los laboratorios negocian con Estados, no con privados.

Si yo fuera presidente (a): “Refundaré el país cambiando la Constitución impuesta por un golpe y por los empresarios hambreadores”. La Constitución del 93 cambió básicamente el capítulo económico, dándole un rol subsidiario al Estado y protegiendo –además de la autonomía de instituciones como el BCR– las variables macroeconómicas (como inflación y la no utilización de la maquinita). Con ello, se consiguió un mayor crecimiento y la reducción de la pobreza.

La pandemia ha evidenciado que la Constitución del 93 y las anteriores, o las que vengan, no bastan para pasar del crecimiento al desarrollo sostenido. Sin embargo, las promesas de que su cambio arreglará el país es como darle un mejoral a un enfermo de cáncer. Un placebo, una mentira. A cuatro días de las elecciones, lo más sólido que tenemos son quienes están indecisos frente a la oferta electoral. Pasamos del YO YO al populismo, a los fanáticos seguidores que no entienden ni atienden reflexiones razonables o verosímiles. Nuestra invitación es a moderar las expectativas, a darles el voto a quienes puedan consensuar, liderar, convencer y gestionar mejor. No hay hombres ni mujeres “milagrosos” que con su sola presencia enfrentarán mejor una de las peores crisis de la historia. Nadie cambiará las cosas de la noche a la mañana. Ningún extremo es bueno, ningún “iluminado polarizador” hará un trabajo mínimamente adecuado. Los ciudadanos debemos ejercer la oportunidad de decidir, mirando lo que verdaderamente es posible. No estamos para excentricidades.


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