(Foto: Jesús Saucedo/@photo.gec)
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Escribo esta columna con un nudo en el pecho. Primero, porque hoy me despido de este espacio que se convirtió en parte de mi ritual diario y al que me volqué con placer a pesar de lo desgastante que puede resultar analizar la coyuntura en un ambiente de histérica crispación. Segundo, porque en este ejercicio de observación de la realidad he constatado, como muchos, que el Perú está entrampado, que los mecanismos políticos están desacreditados, que estamos enfrentados y, peor aún, que el desencanto generalizado ha diezmado el entusiasmo de los peruanos. Una consecuencia de esta desafección, y acaso lo que más me atribula, es ver el rápido avance de valores “iliberales” en nuestra sociedad.

Las posiciones moderadas, basadas en hechos y en evidencia, se han evanescido para dar paso a posturas extremas y muy poco tolerantes, tanto de izquierda como de derecha. En medio de la polarización reinante, parece ser un imperativo tomar posturas radicales, parece ser ineludible pertenecer a alguna trinchera. Por un lado, vemos una derecha con tendencias autoritarias, poco tolerante y, en algunos casos, pseudocientífica; por el otro, una izquierda cada vez más totalitaria y fundamentalista. Una izquierda que se dice ser plural pero que descalifica a quienes no piensan como ella y que siempre apela a un tonito de superioridad moral: sataniza, desacredita, anula sin siquiera ruborizarse y se justifica en su supuesto afán de justicia social. El riesgo de este fenómeno de exacerbación de los extremos es que la institucionalidad democrática y las libertades individuales retrocedan.

A pesar de que esta columna parezca una invitación al desasosiego, creo que no podemos abandonarnos ante la inevitabilidad de los hechos. Jorge Basadre decía que el Perú es un problema pero también una posibilidad. Busquemos ser mejores ciudadanos, críticos pero respetuosos del otro, juzguemos con base en hechos y no en criterios subjetivos, y, sobre todo, no nos dejemos arrastrar por la polarización. No es fácil pero sí se puede.

*Un agradecimiento infinito al diario por la oportunidad, a su directora y a todo su equipo; y un agradecimiento muy, muy especial a los lectores.

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