Ayer Mirtha Vásquez recaló en el hemiciclo del Congreso con un discurso ponderado y que busca disipar la zozobra en la que estamos inmersos desde la toma de mando. Dio cuenta de la política general de su gestión, que, como es previsible dada la orientación ideológica del gobierno, busca ser más redistributiva (ampliar la cobertura de salud y de los programas sociales, mejorar la infraestructura en distintos sectores). Se distanció de los planes controlistas y trasnochados del cerronismo, y no mencionó la Asamblea Constituyente (lo que más incertidumbre genera) ni insistió en estatizar los recursos naturales como su antecesor (dijo, más bien, que se ha conformado una Comisión Multisectorial que evaluará el desarrollo de infraestructura para masificar al gas). Las rabietas de Cerrón contra el gabinete “caviar” y “neoliberal” que busca perpetuar el statu quo no se hicieron esperar.
No puede negarse que el presidente Castillo, seguramente impulsado por un afán de supervivencia, ha entendido que permanecer en la ladera de Cerrón es destructivo. El problema es que la ambivalencia endémica del presidente termina por sabotear sus intentos de moderación y desanda, en parte, los esfuerzos de quienes como Vásquez y Francke buscan que este sea un gobierno, aunque de izquierda, moderado y respetuoso de la institucionalidad democrática. Justamente ayer, el presidente instó al Congreso a trabajar una ley conjunta sobre la “estatización o nacionalización” de Camisea, a contracorriente de lo que su premier había dicho horas antes.
La permanencia de Barranzuela y Gallardo en el gabinete son también señales equívocas que demuestran la dualidad del presidente y que no terminan por generar confianza. Esperemos que en el siguiente Pleno (ayer se tuvo que suspender por la triste noticia del fallecimiento del congresista Herrera) se le dé la confianza al gabinete Vásquez y que luego la premier busque hacer los cambios que urgen (Interior, Educación, Vivienda). De todas formas, el Congreso tiene las herramientas constitucionales para fiscalizar que el gabinete sea enmendado tras el voto de confianza.