Mesa Directiva del Congreso encabezada por Daniel Salaverry. (FOTO: USI)
Mesa Directiva del Congreso encabezada por Daniel Salaverry. (FOTO: USI)

A estas alturas, resulta evidente que esta bomba nuclear se traducirá en un viraje radical del escenario político. Por lo pronto, el tira y afloja de los dos últimos años será cuestión del pasado. No digo que la mayoría magullada se quedará de brazos cruzados, pero Fuerza Popular ya implosionó –no queda nada de lo que ese partido fue al inicio del ciclo Vizcarra, menos del de PPK–, así que la etapa por venir traerá un escenario muy distinto.

Aunque es muy pronto para sacar conclusiones, debería haber algunos cambios inmediatos en el frente:

- FP no puede seguir presidiendo la Mesa Directiva del Congreso. La licencia de Salaverry al partido es insuficiente. La Mesa está conformada básicamente por FP y representa un espíritu que difícilmente permitirá que el Congreso recupere algún nivel de confianza para navegar con credibilidad la crisis. Esta misma semana deberían convocar a elecciones para una Mesa Directiva que cumpla el periodo hasta julio de 2019. Por la conformación actual del Legislativo, esa Mesa tendría que ser multipartidaria para poder ser electa, así que las distintas fuerzas deberían construirla en consenso.

- Es ahora o nunca cuando Vizcarra y los legisladores reformistas (no necesariamente oficialistas) deben impulsar la reforma política y del sistema de justicia. El referéndum que está a tiro de piedra debe ser el pico de lanza para reformas mucho más agresivas que permitan recuperar la confianza de la gente en las instituciones. Es una oportunidad de oro para agarrar al toro por las astas: no solo se tiene el respaldo popular para el reformismo responsable, sino que el escenario político se muestra ideal. Esto, aunque menos popular, debería significar romper con el ultraconservadurismo que tomó por asalto al Legislativo y a parte del Ejecutivo. Ya es hora.