Cambiemos de chip. (GeraldoCaso/Perú21)
Cambiemos de chip. (GeraldoCaso/Perú21)

La última encuesta Pulso Perú de Datum reveló una realidad preocupante: los peruanos somos autoritarios. Creemos que el Estado debe inmiscuirse en casi todas las cuestiones de nuestras vidas, sea en temas económicos o sociales, priorizando siempre el bienestar común antes que el individual. Lamentablemente, esta mentalidad colectiva es el catalizador ideal para el desastre a largo plazo.

Si bien vivimos el tiempo más próspero de la historia de la humanidad, en el que la pobreza, enfermedades y falta de educación retroceden en el mundo, esto no siempre fue así. Por gran parte de la historia, las personas se desarrollaron en sociedades autoritarias, caracterizadas por la inexistencia de libertades económicas y, en consecuencia, oportunidades.

Fue gracias a la libertad económica –que es la situación donde las personas son libres de trabajar, producir, consumir e invertir como deseen– que en los últimos 200 años hubo enormes progresos sobre mejoras en calidad de vida, creación de riqueza y consolidación de las democracias. La evidencia prueba contundentemente este punto.

Por ejemplo, tomando como referencia el Índice de Libertad Económica de Heritage, los países económicamente más libres, respecto a los menos libres, son 10 veces más ricos en promedio, tienen una esperanza de vida mayor en 14 años, poseen calificaciones 18% más altas en la prueba PISA y muestran mayor igualdad de salarios en trabajos entre hombres y mujeres. No es poca cosa.

Para que el Perú logre ser un país social y económicamente desarrollado, es importante que como ciudadanos cambiemos de chip y entendamos que los políticos autoritarios, que disfrutan de pisotear las libertades individuales y económicas, solo generarán retroceso.

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