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Redacción PERÚ21

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Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantesrvasquez@peru21.com

Fue el mismo día en que el papa Francisco arengaba a los jóvenes a "armar lío", "lío en las diócesis", a "sacar a la Iglesia a la calle". "Quiero", decía el Papa en Río. Y, bueno, le tomaron la palabra. Sólo que no fue la Iglesia la que salió a armar lío en la calle cuando, en Chile, "la calle" irrumpió en la Catedral de Santiago, en plena misa.

Todos jóvenes, éstos también "querían". Querían que se "escuche su voz" en la basílica, su voz abortiva. Y como el que alza la voz también suele alzar el puño, pues, bueno, destrozaron la Iglesia. "Mekago en Dios, el aborto es lo mejor" firmaron, con enormes letras en espray negro, en el altar mismo de la catedral santiaguina. Luego se fueron por donde vinieron: la calle.

A no muchos kilómetros de allí, en Lima, la calle también está en boca de "todos". O sea, en boca de los que nunca han podido ganar una elección general. O sea, para más señas, la Izquierda y los sindicatos. O sea, las mismas caras de los cuatro gatos de toda la vida. De ahí que "la calle" sea "fuente de legitimidad" de una "verdadera democracia", de un "sistema político abierto, participativo y transparente" desde donde, digo yo, los que no ganan elecciones pretenden "reformar" el sistema político y, en general, todo lo que se les pase por la cabeza.

Otros, más inocentes que los izquierdistas y sindicalistas con millones de kilometraje en su camino, dicen que no se sienten representados por las instituciones republicanas que hoy, 28 de julio, cumplirán 192 años de existencia. Que hay una crisis de representatividad. "Pregúntate –dicen— ¿quién de ellos te representa?", acusando a los elegidos. Bueno, la pregunta es a quiénes y a cuántos representan los callejeros exactamente. Porque a mí, estoy seguro, no me representan los 5,000 gritones –de una ciudad con 8 millones de habitantes– que, en el mejor de los casos, hemos visto "tomar la calle" estos últimos días. Así, pues, siendo justos, si hay una crisis de representatividad popular, esa es la de la calle.

Exigen "ética en la política". Sí, claro, cómo no. ¿Ética desde la calle? ¿Ética de las muchedumbres? ¿Ética de los gritos enfurecidos? ¿Ética de los eslóganes y los sambenitos? ¿Ética de la "Trinchera Norte"? ¿Y así quieren hablar de "ética"? ¿Qué son? ¿Sabios? ¿Sumos Pontífices? ¿Con qué derecho se arrogan la infalibilidad del bien y del mal? ¿Con el de los alaridos?

¿Y qué saben estos "indignados" de política? ¿Han estudiado? ¿Han seguido la vida de los grandes estadistas de la Historia? ¿Han oído hablar de Maquiavelo o Mazarino, o creen que son un demonio y un pastel? ¿Han participado en algún partido político? ¿Han formado uno? ¿Entienden cómo funciona? ¿Cuáles son sus códigos universales? Porque mi pregunta es entonces la de cualquier hombre con sentido común: ¿Cómo pretenden "reformar" lo que no conocen? ¿Con un "quiero" sin horizonte ni destino, como el de los niños?

Y así, finalmente devorados por el establishment sindical de cuatro gatos vitalicios, pues lo único que han demostrado estos "ideólogos" de la "refundación republicana" de la "indignación" es que en representatividad popular, divagaciones éticas y habilidad política están, literalmente, en #la calle.