"Guardar silencio durante el interrogatorio es negarse a colaborar con la justicia". (Fotos: Britanie Arroyo / GEC)
"Guardar silencio durante el interrogatorio es negarse a colaborar con la justicia". (Fotos: Britanie Arroyo / GEC)

terminó cediendo ante la fiscal de la Nación. Lo hizo, por supuesto, a sabiendas de que, si se negaba, su situación jurídica se complicaría más de lo que ya está.

Como se le ha hecho costumbre, compareció ante movilizando también un séquito de guardaespaldas para que lo resguarde y mantenga a raya a la prensa. Además de la portátil de siempre. ¿Y el pueblo? ¿Esos “pobres” a los que reiteradamente alude en sus peroratas? Ellos brillaron por su ausencia, el pueblo verdadero no se mezcla con la corrupción. ¿Y las masas batiendo palmas revolucionarias, con las que le gusta fantasear? Ni luz. Sin embargo, quienes terminaron pagando las consecuencias del show que montó Castillo ayer por la mañana fueron los ciudadanos que necesitaban trasladarse a sus centros de trabajo por la avenida Abancay.

Y tanto alboroto callejero, tanta bravata contra los periodistas que cubrían su desplazamiento para, finalmente, refugiarse en su derecho constitucional a guardar silencio y hacer solo una “declaración voluntaria”. Porque, según su abogado, no contestó ninguna pregunta durante el interrogatorio, realizado en el marco del expediente abierto por su presunta injerencia en los ascensos de oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

Únicamente a la salida del Ministerio Público, ante la prensa, se le soltó un poco la lengua para insistir en su inocencia (“no pertenezco a ninguna red criminal”), pero tampoco concedió repreguntas, aparte de unas frases sobre la juramentación del nuevo gabinete, que anunció para hoy.

Es decir, no se atrevió a dar explicaciones a la fiscal de la Nación sobre los actos ilícitos que se le imputan, a él y a su círculo íntimo. ¿Qué fue entonces de su tan cacareada proclama, que se allanaría a las investigaciones sobre los sonados casos de coimas que lo involucran?

De hecho, guardar silencio durante el interrogatorio es negarse a colaborar con la justicia. De poco sirve acudir a cada citación “las veces que sea necesario”, como pomposamente repite, si ya cara a cara con los letrados se niega a contestarles, a presentar sus descargos o a aportar información sobre el tema.

Esta cuasi “omertá” del presidente Castillo no es más que una argucia legal que solo dilata y busca entorpecer el trabajo de la justicia. Según todos los indicios, parece que tiene sobradas razones para callar.

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