(Foto: Gonzalo Córdova / GEC)
(Foto: Gonzalo Córdova / GEC)

Ya no es noticia comprobar la cantidad de crímenes que se cometen en todo el país, especialmente en Lima, Callao y en regiones como La Libertad. El uso generalizado de smartphones y las cámaras que vigilan las calles han hecho que las imágenes de asaltos a mano armada, de arrebatos de celulares, carteras y mochilas, o de motorizados que encañonan a conductores en sus autos, se conviertan en el pan de cada día de los peruanos, a través de su constante difusión en medios y redes sociales.

Así, la ciudadanía vive con miedo y está obligada a mantenerse siempre en guardia cada vez que sale a la calle, con todo el estrés que ello significa, si, además, le agregamos el caos urbano y los riesgos que genera el comportamiento criminal de buena parte del transporte colectivo que circula por las vías públicas: un inmejorable caldo de cultivo para el delito.

El problema, lo hemos dicho en Perú21, se ha ido agravando año tras año. Por ello, sorprende que el actual gobierno no haya hecho nada por implementar algún plan estratégico para contener esta ola delincuencial que tiene aterrorizada a la capital limeña. Se ha propuesto, en cambio, como gran medida, declarar en emergencia a las regiones más golpeadas por el hampa, quizás con el propósito de sacar a las FF.AA. a las calles.

¿Pero es esa la solución? Analistas como Carlos Basombrío y Ricardo Valdez han dicho claramente que ese no es el camino. No se puede mandar tanques a perseguir raqueteros o a quienes roban celulares. Lo que se debe hacer es llamar a especialistas en el tema, a aquellos que están familiarizados o han estudiado a fondo las necesidades de seguridad ciudadana.

Porque es solo con una estrategia de inteligencia policial que se podrá parar tanto al delito en pequeña escala como a las mafias del crimen organizado. Los despliegues de fuerza militar en las ciudades no han funcionado ni para disuadir ni para disminuir el delito en ninguna parte del mundo.

Muchos dirán que resulta difícil asociar la palabra inteligencia a este gobierno, pero una convocatoria a estudiosos y expertos, con conocimiento y experiencia, sería la movida más contundente para combatir esta aciaga ola criminal y, de paso, generar esperanza en los peruanos de toda condición.