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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Uno de los hechos más resaltantes del último estudio de Pulso Perú para Perú21 es la caída de seis puntos en la aprobación y el aumento de ocho puntos en la desaprobación del inefable ministro Urresti. Su desaprobación no superaba a la aprobación desde julio del año pasado; hoy, su índice de popularidad es de -5. La incertidumbre (el famoso "no sabe, no opina") también se ha reducido sustancialmente, de 35% a 13%. Es decir, hechas las sumas y restas, y conocido el personaje, son más los que lo desaprueban.

La caída de su popularidad se corresponde con la opinión pública respecto a la seguridad ciudadana, principal preocupación de los peruanos y donde el ministro Urresti ha pasado de papelón en papelón. El 76% de los peruanos considera que la seguridad, durante la gestión del susodicho, o se mantiene igual o ha empeorado. Si tomamos como contraparte la verborrea del ministro, los innumerables tuits con los que inunda las redes e intenta cambiar las "percepciones" ciudadanas sobre el tema, queda claro que su gestión es un rotundo fracaso. Como sostuvimos meses atrás, los peruanos no somos tontos y no faltaba mucho para que exijamos del ministro menos exposición mediática, menos confrontación y más trabajo (del serio).

Pero han pasado los meses y el personaje se quedó con la estrategia inicial: hacernos reír y pelearse con los líderes de la oposición. Funcionó al principio, pero ahora cansa y cada atraco o asesinato nos recuerda que, mientras el ministro pierde el tiempo, nosotros pagamos los platos rotos.

El presidente Humala ha cerrado filas detrás de Urresti. Claro, a fin de cuentas le es funcional si de estrategias se trata: ha sido el único capaz de lidiar simultáneamente con los apristas, los fujimoristas y los medios independientes.

Lo que no se entiende es cómo pretendía el mandatario llamar al diálogo mientras mantiene al principal peón atacando a diestra y siniestra. En fin, cosas más raras hemos visto en este mandato.

director@peru21.com