Nicolás Maduro dijo que Caracas recuperará Citgo a través de un juicio contra Estados Unidos. (Foto: AFP)
Nicolás Maduro dijo que Caracas recuperará Citgo a través de un juicio contra Estados Unidos. (Foto: AFP)

Cada día que pasa, el régimen corrupto de Nicolás Maduro en Venezuela pierde un poco más de su otrora monolítica solidez. Y aunque todavía no puede decirse que se tambalea, lo cierto es que las sucesivas movilizaciones y asonadas de la oposición están logrando una convocatoria popular que siempre es mayor que la anterior.

Juan Guaidó, quien tomó la posta en el liderazgo de las fuerzas democráticas hace pocos meses, sin embargo, ha radicalizado su estrategia de confrontación total, esta vez ya no con una nueva jornada de protesta o la organización de un golpe de Estado, sino llamando a una huelga general que, de tener el efecto esperado en la población, pondría contra la pared a Maduro y la camarilla militar que sostiene a su gobierno.

Ante una paralización de la economía, la así llamada Guardia Nacional Bolivariana se verá obligada a redoblar la dureza de sus intervenciones callejeras y la participación directa de las fuerzas armadas leales al régimen será prácticamente inevitable, con lo cual el espiral de sangre y violencia en la patria de Bolívar solo entrará en una fase que para muchos analistas puede ser irreversible.

A todo ello, en el frente diplomático también se viene librando dramática batalla sobre el tema. Al día de ayer, Washington y Moscú intercambiaron agrias declaraciones que pronto escalaron a amenazas veladas. En cuanto a la región, salvo previsibles contadas excepciones, la solidaridad con la oposición venezolana es ampliamente mayoritaria; en algunos países, como la vecina Colombia, incluso con decibeles más que elevados. La comunidad europea presenta división, pero igual la balanza se inclina en contra del chavismo.

Lo que cabe es que la oposición democrática siga apoyándose en el creciente descontento popular, más que en conspiraciones militares que, como se ha visto, muy difícilmente socavarán el liderazgo del alto mando del ejército, presumiblemente coimeado por Maduro. Con el pueblo masivamente volcado a las calles, el cronómetro del dictador comenzará —esta vez sí, de verdad—a marcar su cuenta regresiva.

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