Salvador Heresi conversó con César Hinostroza en abril de este año. (Perú21)
Salvador Heresi conversó con César Hinostroza en abril de este año. (Perú21)

La renuncia del congresista Salvador Heresi a la bancada de Peruanos por el Kambio es la séptima pérdida que sufre el oficialismo en el Parlamento. Que el Poder Ejecutivo no tenga un brazo operativo que articule sus políticas públicas desde el Congreso es –de por sí– un problema bastante grave; sin embargo, las explicaciones que tanto él como su colega Guido Lombardi han dado hacen que la situación sea más preocupante todavía. Ambos han señalado que no existe agenda legislativa alguna.

El presidente Vizcarra enfrenta, qué duda cabe, una situación particular: la forma en la que ha llegado a la Presidencia y la poca vinculación que tiene con los grupos de poder instalados son una anomalía en la política republicana de nuestro país. Ahora bien: esta suma de elementos pueden ser, como ya hemos mencionado en Perú21, una fantástica oportunidad para el presidente de emprender reformas profundas y trascendentes en la medida en que está “libre de ataduras” del viejo oligopolio de partidos que ostentan el poder legislativo.

Pero esta libertad que le podría permitir al presidente maniobrar sin mayor lastre es también una posibilidad peligrosa: el poder que no se ejerce se pierde. Y si el presidente no logra que en el Congreso se puedan articular con pericia las leyes que le den sostén a sus lineamientos políticos, la posibilidad de que estos se traduzcan a la realidad se hace muy reducida. Además, el gabinete que ha encabezado el señor Villanueva ha sido bastante discreto en un momento en el que la función política se hace cardinal para el funcionamiento del Estado.

El presidente Vizcarra ha anunciado que en diciembre convocará a las fuerzas políticas para un diálogo abierto. En este diario consideramos que ese cruce de ideas será fundamental para poder unificar algunos elementos comunes y trabajar en lo que queda de este quinquenio; no obstante, será fundamental que, para el momento en el que la cita se desarrolle, el Ejecutivo tenga una idea más clara de cómo es que va a concentrar o reconcentrar sus fuerzas y alianzas en el Congreso. De lo contrario, las ideas que de la reunión emanen podrían caer en tierra poco fértil.