¿Una buena idea?

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Juan José Garrido,La opinión del directorEl gobierno peruano ha ofrecido la venta de hasta el 49% de la propiedad accionarial de algunas empresas públicas con la finalidad dual de la participación privada en la gobernanza y financiamiento de estas empresas, así como la mayor transparencia e independencia de las mismas frente al uso político.

En principio, todo suena bien. El problema, como casi siempre, está en los detalles.

En primer lugar, ¿qué empresario o fondo estaría interesado en una empresa gestionada por el Estado, a sabiendas de la baja rentabilidad que estas empresas generan? Algunos creerán que pocos, si acaso alguno. Conociendo cómo funcionan las relaciones entre los mercantilistas, que siempre pululan, y gobiernos populistas, pues créanme que no serán pocos los interesados. El problema, claro, es cuando el Estado (por una nueva correlación de fuerzas) cambia de manos. Miren, sino, el caso argentino.

Luego está el problema de la gestión en sí. En efecto, algunos fondos podrían estar interesados de invertir en una empresa que, debido a los incentivos estatales, tendría mayores facilidades para realizar sus negocios. El problema es la rentabilidad; un reciente estudio de América Economía –para las 10 empresas más grandes peruanas como selección– arroja un vistazo de lo dicho: las empresas públicas tuvieron en promedio 3% de rentabilidad durante el 2013 mientras las privadas obtuvieron 15% de renta promedio.

Finalmente, está el más grande, aunque poco percibido, problema de todos: el "efecto de exclusión": cuando el Estado invierte en un sector donde participa el sector privado limita la capacidad de los privados de brindar bienes o servicios. Algunos pensarán que eso es lo correcto, que el Estado limite las utilidades privadas. Sin embargo, lo que no están contabilizando es el origen de los recursos con los cuales el Estado limita la actividad privada: es, justamente, el sector privado. Si el Estado subvenciona una actividad, lo que está haciendo, en el fondo, es quitarle a un bolsillo para ponerlo en otro (vía ahorros); el problema es que en el camino se pierden recursos, el sistema es más ineficiente.

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