Veronika Mendoza. (Foto: Frente Amplio / Facebook)
Veronika Mendoza. (Foto: Frente Amplio / Facebook)

Verónika Mendoza, cabeza del partido izquierdista Nuevo Perú para el Buen Vivir –sí, ese es el nombre oficial– despertó de su larga siesta para clamar muy airada por el derecho a la insurgencia al que la ciudadanía debía recurrir contra Dina Boluarte. “Gobierno usurpador” le llamó, muy envalentonada, en la convocatoria a una movilización de protesta a desarrollarse en Lima en los próximos días.

Un afanoso intento de reposicionarse en el extremo perdido, suponemos, luego de su alianza con el golpista Pedro Castillo y contra el cual nunca exigió cosa semejante, pese a que se estaba levantando el país en peso, al tiempo que su gobierno se dedicaba a debilitar aceleradamente la institucionalidad de nuestra democracia.

Soplan, pues, vientos preelectorales y qué mejor que intentar disimular la chamusquina política por la que ha pasado este personaje sino reapareciendo en el escenario político de manera altisonante. Robando cámara, que le dicen. La pregunta que se hace la ciudadanía, en cambio, es la siguiente: ¿dónde estuvo todo este tiempo?

Imposible olvidar que su partido, aliado con el del ahora prófugo Vladimir Cerrón, fue también un deslustrado proveedor de funcionarios públicos e incluso ministros para el gobierno castillista. Eso, sin necesidad de insistir con el apoyo que su raleada bancada le daba en el Congreso. Por otra parte, las componendas en la casa de Sarratea y los negocios ilícitos del chotano, que fueron saltando a la luz pública, uno tras otro, jamás merecieron su atención y mucho menos una actitud o palabra de protesta.

Queda claro que este retorno a la arena política obedece al oportunismo, las inscripciones de los partidos políticos para las elecciones presidenciales 2026 ya se cerraron y su figura necesita un lanzamiento que la aleje del gobierno que ella contribuyó a aupar. Porque Verónika Mendoza debe haber sabido perfectamente quién era Dina Boluarte cuando apoyó su presencia en la plancha presidencial del lápiz.

¿Cree ahora esta dama que un discurso flamígero basta para sacudirse de su complicidad con un mandato cuyos máximos representantes –Castillo y Cerrón– están presos o son prófugos de la justicia?

Hay que tener el caparazón extremadamente grueso para pensar que los peruanos no tienen memoria e ignoran quiénes son los responsables del desastre económico y político en el que hoy se encuentra el Perú.

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