Las declaraciones de Lula se producen horas después de que Michel Temer fuera arrestado acusado de comandar una organización criminal que desvió en 40 años cerca de 1.800 millones de reales. (Foto: AFP)
Las declaraciones de Lula se producen horas después de que Michel Temer fuera arrestado acusado de comandar una organización criminal que desvió en 40 años cerca de 1.800 millones de reales. (Foto: AFP)

Por momentos, en el Perú se celebró apasionadamente al juez brasilero Sergio Moro y al fiscal coordinador de la operación Lava Jato de ese país por su actuación en el proceso judicial que terminó por llevar a prisión al expresidente Lula da Silva, pero tras las revelaciones del portal de noticias The Intercept a inicios de semana, parece que se confirma lo que muchos en Brasil denunciaron desde un inicio: la forma como se llevó ese proceso fue parte de una maniobra política para amañar la elección presidencial en 2018.

Los documentos publicados revelan que los fiscales y el juez Moro, quienes durante todo este tiempo han insistido en su imparcialidad política, tramaron explícitamente volver a Lula inelegible. Al parecer, los operadores de la justicia brasilera se habían trazado una meta política, no una judicial, lo que proyecta una preocupante estela de duda sobre la rigurosidad y limpieza en la lucha contra la corrupción en ese vecino país y sobre la misma transparencia del proceso de elección que finalmente llevó a Bolsonaro a la presidencia.

Esas sospechas no son nuevas, ya encontraban bastante fundamento desde que Sergio Moro asumió el cargo de ministro de Justicia de Bolsonaro, principal opositor del expresidente Lula, como si no fuese evidente el riesgo que significa para la democracia que jueces y fiscales oscilen entre la política y la judicatura. Esto no hace inmediatamente inocente a Da Silva, pero ha generado que el debate judicial sobre su liberación se vuelva a abrir.

En Perú la situación de Lava Jato no parece tener esos mismos tintes, pues aquí el guante les ha caído a la derecha y la izquierda por igual, pero esta puede servir como alerta para recordarnos que justicia y política deben andar siempre por carriles separados. Muy lejos una de la otra.