20 personas fueron rescatadas y trasladadas al hospital al caer la noche, según la gobernadora provincial, Lilia Pineda. (Foto: EFE)
20 personas fueron rescatadas y trasladadas al hospital al caer la noche, según la gobernadora provincial, Lilia Pineda. (Foto: EFE)

Probablemente uno de los ejercicios más antiguos es la clasificación que hacemos de nuestros congéneres. Desde los moldes de ser y hacer presentes en los personajes de todas las tradiciones mitológicas y literarias, hasta los resultados actuales de las pruebas de personalidad, nos encanta clasificar a los individuos.

A veces, hay rasgos que van juntos, como ordenado y normativo, pero otras ser lo segundo no nos dice nada sobre cuán sociable es alguien. Son características independientes. Pese a lo anterior, tendemos a pensar en quienes nos rodean o son parte de la escena pública como si vinieran en un bloque de concreto armado.

Todo indica que nunca es así. Puedo dar fe, sobre la base de evaluar a personas a lo largo de muchos años, que padres ideales son socios de negocios infernales, que parejas fidelísimas son capaces de desempeños organizacionales abyectos, que el individuo que produce admiración en un aspecto de la vida, produce náuseas en otro.

En desempeños políticos, demócrata y honesto pertenecen a dimensiones distintas. Nos guste o no, hay autócratas honestos, autócratas corruptos, demócratas honestos y demócratas corruptos. Si añadimos la variable eficacia, la cosa se hace más compleja. No es fácil entender y aceptar esto en una época de cruzadas, desilusiones colectivas y reacciones emotivas en cadena.

Hay quienes privilegian un aspecto sobre otros; eventualmente, al evaluar a alguien, pasan por alto carencias en una dimensión por lo que significa méritos en otra, todo ello de acuerdo con objetivos, ideologías y circunstancias históricas. Pero lo que no puede hacerse es afirmar que ser muy en algo significa que uno lo es también o no lo es nada en otras cosas. En positivo y negativo.

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