(Foto: GEC)
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La destitución de Pedro Chávarry como fiscal supremo pone fin a un periodo ignominioso en el Poder Judicial al penalizar a un personaje que hasta hoy se mantuvo incólume e impune ante todas las denuncias e investigaciones acumuladas en su contra, gracias a las oscuras alianzas que estableció con el poder político, principalmente Fuerza Popular y el Apra, que dominó a su gusto el anterior Congreso, hasta que fue disuelto.

Porque si el exfiscal de la Nación continuó en el cargo y zafó de no pocos procesos judiciales y administrativos, se lo debe a los sucesivos, escandalosos blindajes que recibió de la entonces mayoría fujimorista y la bancada del Apra, pese a la voluminosa cantidad de evidencias presentadas para documentar sus inconductas funcionales e investigados vínculos con la organización criminal de Los Cuellos Blancos del Puerto.

En gesto que honra a sus miembros, la Junta Nacional de Justicia (JNJ) tomó, además, la decisión por rotunda unanimidad. “El acuerdo del pleno –expresó su presidenta, Inés Tello– declara que se le sanciona con la medida de destitución por haberse probado la comisión de los cargos, al ser faltas muy graves”.

La propia ponente del caso, María Zavala, a quien se atribuían simpatías apristas, antepuso sus principios éticos a cualquier consideración política, señalando con claridad que el defenestrado “tenía plena conciencia de que sus actos eran infractores… y comprometían los deberes del cargo”.

Entre otras tropelías, encubrimientos y maniobras judiciales sospechosas, la JNJ se basó, por lo menos, en tres ilícitos comprobados: mentir públicamente sobre sus estrechas relaciones con el prófugo exjuez supremo César Hinostroza, la sustracción nocturna de valiosos documentos de una oficina lacrada en edificio del Ministerio Público –registrada incluso por las videocámaras de vigilancia– y haber negociado apoyo parlamentario presuntamente a cambio de determinados favores durante su gestión en la Fiscalía de la Nación.

Esperamos que este sea solo el comienzo, que las investigaciones continúen y que Chávarry afronte las consecuencias de sus actos ya sin el vergonzoso blindaje que lo protegió.

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