(Foto: Jesús Saucedo/GEC)
(Foto: Jesús Saucedo/GEC)

Minuto 91 en Matute, Fede Rodríguez solo con el arquero vencido la tira por encima. Los hinchas se agarran la cabeza, fue la última, la más clara. Era el 3-0, lo que forzaba el alargue. En los minutos finales, Binacional defendió el enésimo centro que metió Alianza. Con jugadores acalambrados y agotados, supo resistir el empuje de los más 30 mil hinchas.

Todo se inició en el Apertura con un gran trabajo de Javier Arce en este equipo que es local en Juliaca, nació en Desaguadero y que se mudó a Arequipa para ganar la Copa Perú. Aprovechó que Cristal y Alianza tenían doble competencia y ganó el primer torneo con autoridad. Tuvo en Millán a su mejor jugador y fue invencible de local. Lo ayuda mucho la altura, pero, además, juega bien. Tello, Reyes, Polar y Aubert manejan bien la pelota y construyeron un buen equipo.

Iniciando el Clausura tuvieron una crisis, renunció Arce y acertaron con Mosquera. Era el indicado. Su experiencia y capacidad le permitió recuperar al equipo. Se mantuvo entre los dos primeros del acumulado y clasificó directo a la final.

El lunes previo a la primera final pasó lo imprevisto, lo trágico. Juan Pablo Vergara falleció en un accidente vehicular. Un golpe devastador para un plantel. Mosquera y su equipo recién el jueves pudieron empezar a trabajar la primera final. Así y todo la ganaron 4-1, una ventaja que les permitió jugar más como podían que como querían y resistir en Matute para solo perder 2-0.

Ojalá aprovechen el dinero que va a entrar por la Copa y los premios para construir una institución deportiva, que no sea solo un equipo de fútbol. Que inviertan en infraestructura y en menores, para que Binacional no sea un ave de paso sino un gran club que contribuya al crecimiento de nuestro fútbol.

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