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Big data y el camino a la presidencia
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Más del 90% de la data que existe en la nube, se generó en los últimos dos años. Esto se debe a la explosión en el uso de navegadores, plataformas y redes; como YouTube, Facebook, Google, Twitter, TikTok, etc.; como también las compras que se realizan con las tarjetas de crédito en internet; además de la diversidad de dispositivos (smartphones, laptops, smart TV, tablets, smartwatches y otros) que permiten la conexión a estas plataformas y aplicativos.
Esta gran cantidad de data dio paso a lo que se conoce como Big Data Analytics; el tipo de análisis que permite obtener valiosa información de volúmenes de datos masivos y no estructurados. Esta información puede dividirse en cuatro tipos: descriptiva (datos estadísticos), de diagnóstico (explica el por qué se dio cierto comportamiento), la predictiva (emite un pronóstico de lo que puede suceder), la prescriptiva (recomienda qué hacer para obtener ciertos resultados).
Por primera vez, en el 2012, esta innovación se utilizó a servicio de una campaña presidencial. El resultado fue la victoria de Barack Obama por 4 puntos de diferencia sobre el republicano Mitt Romney, a pesar de que las encuestas daban un empate. Lo que pocos saben es lo decisivo que fue el uso de Big Data en este triunfo.
El Jefe de Campaña, JiMm Mesina, montó una oficina de análisis de datos con expertos y tecnología, aplicando modelos predictivos. Tomaron las opiniones de las personas, segmentaron a sus votantes y focalizaron su campaña con mensajes personalizados a los bolsones de electores indecisos, a través de los medios y programas de sus preferencias. No se desgastaron con los decididos. Desarrollaron una aplicación que monitoreaba y definía el mensaje más adecuado, para cada segmento electoral, actualizando los datos en tiempo real y ajustando los mensajes cada 15 minutos.
En el 2016, la campaña de Hillary Clinton no aprovechó el camino recorrido en este terreno. Por el contrario, la campaña de Donald Trump junto con Cambridge Analytics, hicieron un uso no ético de la tecnología –lanzaron aplicaciones engañosas para recoger el perfil individual de los usuarios. Desde entonces, el uso de esta tecnología para potenciar campañas políticas, como el Brexit, se ha sofisticado y proliferado alrededor del mundo. Como con todas las tecnologías y tendencias globales, nos toca preguntarnos en dónde está parado el Perú.
¿Nuestros candidatos han llegado a acercarse a este grado de inteligencia de mercado, con el uso de la tecnología o siguen siendo intuitivos? ¿Envían mensajes a sus seguidores ya convencidos, o identifican a los indecisos con mensajes y canales a su medida?
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