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Redacción PERÚ21

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La única vez en mi vida que vi en persona al hoy célebre Rodrigo Arosemena fue en la súper fiesta que Nicolás Lúcar ofreció para su esposa Frances –Panchita– Crousillat en mayo del 2012. Yo dudo de que Nico tenga esa vocación de abogado de oficio de la que otros (y otras) colegas hacen gala sin rubor últimamente cuando se trata de congraciarse con la First Lady. Suficientes –y espantosos– problemas ha tenido cada vez que se ha metido demasiado en política y, a estas alturas, ya tiene que haber aprendido con creces la lección. La única razón por la que un periodista honesto querría lucir amable con el poder es el terco afán de hacer los méritos necesarios para conseguir una primicia. Para persuadir al potencial entrevistado de que venga a nuestro programa, todos, alguna vez, hemos fingido estar de su lado para generarle la sensación de que estará a salvo en nuestras manos. Bueno, existen otras razones por las que un periodista podría querer ofrecerse a sí mismo como el último Quitadol para la horrible migraña de un gobierno, pero creo que una de las cosas que Lúcar está buscando al lanzar tamaño salvavidas con dirección a Palacio es hacerse merecedor de la gran primicia. Y, en el Perú de hoy, no hay primicia más apetecible que una entrevista exclusiva con Nadine. Esa es la perita en almíbar que todos quisiéramos servida en un copón de cristal.

Urresti was right. La raíz de todos los males de este gobierno es Alan García. Nunca sabes cuánto buen karma acumulas con un solo gesto generoso. Nadie habría adivinado el benéfico efecto de revelar valientemente al país el origen del chisme perverso: Alan García. Qué maestro. Pero, ¿cómo no se me ocurrió antes? La explosiva revelación hizo que a Nico se le apareciera la virgen y, tras ella, una súbita procesión de amigos inimaginables. Desde que "El Comercio" y "La República" se hicieron de la propiedad del canal que otrora perteneció a los Crousillat, ambos diarios hicieron con él lo que los medios de comunicación poderosos suelen hacer con sus archienemigos: lo obviaron, lo condenaron injustamente a la muerte civil. Lúcar no aparecía en sus páginas jamás, ni siquiera en los recuentos de fin de año de la televisión. Y cuando rara vez lo nombraban, era para chancarlo sin piedad. Si uno escribe su nombre en el buscador de ambas ediciones web, encontrará que la noticia más reciente sobre él se remonta a abril del 2013, cuando se trenzó en tremenda bronca con Mauricio Mulder: "¡Ustedes tienen miedo de que Nadine gane las elecciones!". Las notas anteriores son mucho más antiguas y corresponden siempre a eventos desafortunados. Pero bastó que caballerosamente saliera en defensa de la primera dama en apuros para que el milagro imposible aconteciera: no solo "El Comercio" difundió masivamente el audio de su programa de Radio "Exitosa" (cuyo improbable periódico ya machacaba sin éxito el temita Arosemena desde, por lo menos, una semana atrás), sino que "La República" elevó a Lúcar a los insospechados altares de su clasista y combativa primera plana que, por primera vez, contenía 'chisme' en el titular, la palabra menos periodística de todas: "Chisme sobre Nadine lo hizo correr García. Conductor de TV Nicolás Lúcar dice que hay testigos". Maestra vida, camará, te da y te quita, te quita y te da.

Pero como les iba diciendo, la única vez en mi vida que vi en persona al ahora célebre Rodrigo Arosemena fue en la súper fiesta que Nicolás Lúcar ofreció para su esposa en mayo del 2012. Como la pareja siempre ha sido recontra gay-friendly, Mauricio Fernandini acudió con su novio de entonces y yo quizá con algún puntacho del momento. Sí recuerdo muy nítidamente haber estado acosando aquella noche a un personaje salido de un lienzo indigenista de Sabogal, el azorado mozo que nos pasaba las hojitas de parra y el champán. No recuerdo haber visto aquella noche al otro men de Antalsis, el afamado Juan Carlos Rivera Ydrogo, 'Chocherín'. Donde sí recuerdo haberlo visto fue en aquella entrevista exclusiva que decidió concederle a Lúcar y en la que nos contó cómo cargaba un maletín llenecito de dinero –¿venezolano?– para pagar la publicidad electoral nacionalista. Entre canapé y canapé, Maurice –que funge de guía en el who is who las raras veces que visito círculos sociales a los que ni Nadine ni yo pertenecemos– me contó que Arosemena –el bien plantado socialité– habíase matrimoniado con la regia y multitalentosa Gaby Lizier. Hoy, mi natural chismosería me llevó a su Facebook, donde me enteré de que aquella fue una boda playera a todo meter, en Punta Sal, que contó con la presencia estelar de media Lima y del propio Nico, sin ir más lejos. Que Gaby es, además, administradora de empresas de la Universidad de Miami, directora del Golf Los Incas, experta en acabados de construcción y una de las más entusiastas alumnas del distinguido Taller de Alta Cocina "Divina Despensa" que la espléndida chef Panchita dicta todos los viernes en su propia casa. Justamente, el pasado viernes, en su columna, un atónito Mirko Lauer se preguntaba con suma candidez qué motivo podría tener Nicolás para echar a rodar la bolita de nieve: "¿Es amigo de Marisol Pérez Tello?". Ay, Mirko, pareces nuevo. Para los informativos, los peruanos nos dividimos entre pobladores y residentes. Salir en las noticias es para pobladores. Not nice. Los residentes se reservan el derecho al perfil bajo. Residente que se respeta tiene amigo en la tele o llama de frente al dueño del canal. La gentita se protege las espaldas y está muy bien. Nico tiene todo el derecho del mundo de ayudar a su amigo billetón haciendo que todos nos vayamos olvidando de sus roches. Pero, ups, faltó el disclaimer. Faltó añadir: "Por si acaso, Rodrix es mi amix". Nada más. Lamento, desde ya, cualquier molestia que esta columna pudiera suscitar. Yo sé que salir en diarios peruanos es cero glamour, pero pucha, sorry, las historias se cuentan completas, ¿no les parece?