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Redacción PERÚ21

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Mi alegría que está nuevaRoger Aparicio

Les dejo mi alegría. No es mucha, pero se las dejo, quizás a alguien le sirva. Está nueva. No la he podido usar. Les dejo mis pasos perdidos. Si alguien los encuentra, continúe mi camino, aún me faltaba tanto por caminar. Les dejo un cofre negro. Si lo encuentran, no lo abran, solo asegúrense de lanzarlo a lo más profundo del mar. Les dejo un reloj, quiero que lo revienten, a ver si así el tiempo se anima a avanzar. También tengo una pena y eso es lo único que me llevaré. Cuando lean esto, ya me habré ido. No quiero que nadie me siga.

Amigos: les dejo mis cancionesLorenzo Chávez

Al mundo le dejo mi odio, mi venganza y mi perdón. A mi país le dejo mis impactos de bala, mis chuzos, mis hongos y mis ácaros. A la calle le dejo mi respeto, mi coraje y mi honor. A mis amigos les dejo una responsabilidad: cuiden mis cenizas. No traten de revivirme en ninguna juerga, en ningún cuarto oscuro, en ninguna playa, en ningún estadio. Déjenme muerto, así estaré peor. A mi abogado solo le dejo este papel. A mi familia no le dejo nada, ni siquiera mi recuerdo. A los árboles y al viento les dejo mis canciones, que son lo único vivo que conozco.

Mi magia para desaparecerEdwarth Estrella

Les dejo mis lágrimas para que, cuando quieran llorar, utilicen las mías y no las suyas. Les dejo mi esperanza para cuando parezca que el mundo se les viene encima. Les dejo mi alegría para que la conserven cuando los desprecien y golpeen. Les dejo mi inspiración para que escriban poesía y yo pueda leerla. Les dejo la luna para que ilumine sus tinieblas. Les dejo mi magia para que desaparezcan cada vez que lo deseen. También les dejo mi corazón. Hagan lo que quieran con él, pero recuerden que ustedes están dentro.

Y mi rencor para el malditoSamuel Jiménez

Le dejo mi colchón a mi amigo José que sufre de la columna porque el suyo está hasta las caihuas. Le dejo mis tabas a mi amigo Mac Pato que para quemando más llanta. Le dejo a mi amigo Timmy el libro de "Mujeres asesinas" que le presté porque igual nunca me lo iba a devolver. Le dejo a mi novia de infancia mi bendición porque no quiero que ella sufra como yo sufrí. Les dejo a mis psicólogos toda mi humildad para que dejen de ser soberbios con nosotros. Le dejo todo mi rencor al técnico maldito que se divertía cuando sus demás colegas, entre todos, me golpeaban.