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Ni una menos, ahora estamos gritando: Esta batalla es nuestra

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No son números. No son datos. No son estadísticas. En el Perú y el mundo, el silencio se rompió para miles de mujeres que decidieron exponer la situación de violencia que han sufrido y padecen. No importa si fue hace años, hace un mes o esta mañana. El silencio se rompió. Y las frías cifras se transformaron en rostros, voces y cuerpos demandantes de justicia.
Este año ha estado marcado por denuncias que en tiempos de redes sociales y virales muchas veces no necesitaron la presencia de los medios para alcanzar relevancia. Algo cambió. Algo se fracturó. Le podemos llamar hartazgo. Las mujeres se cansaron de callar, de esperar justicia y de toparse con la pared de la impunidad.
La violencia dejó de ser un secreto para demasiadas víctimas. Y, como periodistas, este año tuvimos que preguntarnos día a día cómo desarrollar esta cobertura con especial sensibilidad.
Si hacemos un balance, un recuento de todos los daños, los resultados son para reflexionar. Perú21 se comprometió decididamente con el tema en 2016 cuando irrumpió Ni Una Menos. Pero alzar la bandera contra la violencia de género, como tantas mujeres, no nos excluye de la autocrítica: en la web como en el impreso cometimos errores, omisiones quizá. Al mismo tiempo hemos indagado en las razones que nos llevaron a fallar.
Comprendimos que la violencia no solo se da del agresor a la víctima. En los espacios informativos le arrebatamos –no pocas veces– dignidad a esa mujer destrozada.
Reporteros y editores debemos preguntarnos hasta dónde llegar, cuáles son los límites, cómo hacemos para contar la historia sin revictimizar a una persona que ya está partida en dos.
Este año de indignación y en el que las mujeres dimos pasos más firmes contra la violencia, los periodistas también aprendimos a abordar el problema más allá de la inmediatez. No nos quedamos con el viral del momento. Fuimos más allá. Desde nuestras páginas y en la web, el diario se comprometió con el problema y fue en busca de respuestas.
No ha sido una tarea fácil. Y está bien que sea así. Porque el periodismo debe ser un reto cotidiano, y en esa línea nos hemos propuesto informar, intervenir y cuestionar con rigor. Y nunca más callar. Porque cientos, miles de mujeres, nos comprometen a hacer un mejor periodismo.
En esta lucha brutal por el clic, a veces hacemos noticia de lo intrascendente. Sin embargo, es nuestra responsabilidad dar el tiempo, el espacio y todos los recursos a lo importante. Y esta batalla es importante. Y también es nuestra.