Basura y patrimonio: Mala combinación
Basura y patrimonio: Mala combinación

Si para cualquiera, ver basura tirada es un disgusto, imaginen lo que significa para el turista, pasear por una pintoresca calle o un idílico paisaje peruano, solo para encontrar desperdicios regados a su alrededor. No solo es desagradable, sino que en plena era digital, basta una foto viralizada en redes sociales para estropear la imagen que con tanto esmero proyectamos al mundo.

Lamentablemente, al recorrer la salida de Cusco hacia el Valle, o la entrada a ciudades como Chiclayo y Trujillo, entre otras, nos topamos con montículos de basura, que afean nuestro patrimonio y ponen en riesgo tanto la salud como el medio ambiente.

La responsabilidad, por desgracia, es nuestra. Porque no son los viajeros, sino los locales quienes arrojan basura donde no deben. ¿Cómo darle un vuelco a esta situación? Definitivamente no con promesas, sino con acciones firmes. Como penalizar a quienes cometen estas infracciones. Solamente así veremos un cambio real. Recordemos lo que ocurrió con los cinturones de seguridad. La mayoría se resistía a usarlos, pero el punto de quiebre se dio cuando se volvieron obligatorios, bajo pena de multa.

México acaba de hacerlo con muy buenos resultados. El año pasado se aprobó un conjunto de reformas para reducir la contaminación generada por basura. Se implementó un estricto sistema de multas y para reforzar eficazmente la ley, se autorizó a todos los elementos de la policía a aplicarlas.

En nuestro caso, las autoridades deben cumplir su parte, siendo más eficientes en el recojo y manejo de desperdicios, así como rigurosas con las sanciones. No contaminemos nuestros atractivos, nuestras riquezas, nuestra imagen. Si verdaderamente queremos desterrar estos malos hábitos, exijamos castigos para quienes en lugar de derrochar orgullo por nuestro país, derrochan basura. Es hora de cambiar.

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