[Opinión] Javier Alonso de Belaunde: Renuncia y denuncia

“Guillén ha revelado que le solicitó al presidente Castillo una reunión para tratar temas urgentes de su cartera sin tener respuesta alguna por dos semanas”.
[Opinión] Javier Alonso de Belaunde: Renuncia y denuncia

Las declaraciones del renunciante ministro del Interior Avelino Guillén a EpicentroTV e Ideeleradio suman a la imagen lamentable que dejaron las entrevistas del presidente con medios nacionales e internacionales. El perfil trazado es el de un gobierno precario, inepto y, cuando menos, cómodo con la corrupción.

Guillén ha revelado que le solicitó al presidente Castillo una reunión para tratar temas urgentes de su cartera sin tener respuesta alguna por dos semanas. No se trataba de un tema menor, sino de la paralizante pugna al interior de la Policía por ascensos, pases al retiro y asignación de puestos de trabajo en un contexto de graves denuncias de corrupción e inseguridad ciudadana creciente.

De un lado estarían quienes, como Guillén, buscan salvar la misión de la institución y sus condiciones de operatividad, del otro quienes quieren encumbrar la corrupción y la incompetencia. Con su silencio e inacción, Castillo tomó partido a favor de los últimos. “O está usted con la corrupción o la enfrenta de manera frontal y radical”, sentencia Guillén.

El ministro ha advertido, además, de la presencia de asesores incompetentes, guerras internas, un presidente desinformado y de un “gabinete en la sombra”, es decir, de personas del entorno de Castillo que ejercerían poder público sin transparencia ni rendición de cuentas. Un coctel que solo garantiza mal gobierno.

Si bien la breve gestión de Guillén al mando del sector Interior deja mucho que desear (el deterioro de la seguridad ha sido continuo y las medidas adoptadas, como la fallida expulsión de venezolanos o el anunciado estado de emergencia para Lima y Callao, tienen más de improvisación y populismo que de efectividad y apego a los derechos humanos), su renuncia y denuncia lo enaltecen. Para quebrar la historia de corrupción, el país precisa de funcionarios que pongan el bien común por encima del cargo.

A su renuncia se sumó la de la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, forzando la recomposición del gabinete. No obstante, sin una presión decidida de la ciudadanía y del Congreso, las malas prácticas continuarán, sin lugar para la esperanza.

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