FOTO: LINO CHIPANA / EL COMERCIO
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La pandemia ha evidenciado la necesidad de espacios públicos abiertos y gratuitos, donde las personas puedan tener un respiro de manera segura. El Morro Solar se ha convertido en uno de ellos, pasando de ser un lugar olvidado y abandonado, a uno de los espacios públicos más dinámicos de la ciudad. Visitarlo cualquier día es encontrarse con cientos de personas. Ha sido recuperado por ciclistas, caminantes, familias, skaters y paseantes ocasionales, que poco a poco lo han transformado en un parque de diversiones natural, aprovechando su geografía excepcional. El renacer del morro ha sucedido sin apoyo estatal: es el logro de un grupo de entusiastas vecinos y visitantes, organizados en un ejemplo extraordinario de colaboración ciudadana en estos tiempos de individualismo violento.

Pensando a futuro, hay, en el Morro Solar, una gran opción para lo que podría ser uno de los grandes espacios públicos del bicentenario. Ya está siendo usado, lo que demuestra que funciona, por lo que no necesita que un burócrata determine desde su escritorio qué hacer, sino que se siga la ruta trazada por los mismos deportistas y las familias que ya están disfrutando el lugar. Ellos saben bien qué funciona.

Ya sabíamos que Lima carece de espacios abiertos y gratuitos, pero ahora que visitar centros comerciales se ha vuelto una idea terrorífica, la falta se ha hecho mucho más evidente. Las familias están apretujadas en los pocos espacios públicos que hay, ganando nuevas opciones que solo necesitan un poco de atención estatal para consolidarse como claves para Lima. Es también un asunto de salud mental. Del alcalde de Chorrillos no se puede esperar nada y el de Lima con las justas tiene recursos para ocuparse de Cercado, así que esta es una tarea del gobierno nacional, entendiendo que la mejor forma de honrar la historia del morro es haciendo que ese lugar se integre mucho más a nuestra ciudad.


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