Para evitar la jarana
Para evitar la jarana

Si ya se decidió ceder ante la presión de flexibilizar restricciones y jugar al límite, como si la curva de contagio no estuviese en ascenso y los epidemiólogos no insistiesen en que aún estamos lejos de aplanarla, el gobierno y los medios necesitan iniciar una campaña de comunicación intensiva que nos prepare para esta nueva etapa.

Tiene que ser una estrategia sin precedentes, masiva y precisa, para evitar que este relajo apresurado nos deje en un lugar peor que el que estamos hoy.

Los mensajes oficiales tienen que ser repetidos hasta el agotamiento para saber qué sectores están autorizados a funcionar, desde cuándo y bajo qué criterios. No puede haber dudas sobre cómo deben funcionar los mercados, cómo se cuidarán los comerciantes y cómo desinfectar las frutas y verduras. Igual con los trabajadores, quienes tienen que saber qué acciones tomar para cuidarse y exigir a sus empleadores la implementación de medidas de protección porque si vamos a dejar todo al libre criterio, no veo cómo esto salga bien.

Aunque suene desgarrador, las familias tienen que saber cómo enterrarán a sus muertos y conocer sus derechos para acompañar a sus enfermos en hospitales. Aún hay gente que no sabe bien cómo cobrar el bono que les está salvando la vida ni dónde denunciar los casos de violencia familiar que se deben estar multiplicando sin que sea posible registrarlos. Ante todo, tiene que estar claro dónde podemos ir, cómo usar el transporte público y cómo mantener el distanciamiento físico en las siguientes semanas.

Nadie debería creer que la flexibilización de las restricciones es el pitazo inicial para que comience la jarana.

Los medios tienen la responsabilidad de ayudar y el gobierno tiene la obligación de trasladar toda la información posible a los ciudadanos. No esperen a que los muertos se cuenten por miles, más de los 1,500 que ya tenemos.

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