Alcalde Jorge Muñoz entregó a los vecinos de La Victoria las vías recuperadas de la avenida Manco Cápac. En la actividad también participó el burgomaestre de La Victoria, George Forsyth. (Foto: Difusión)
Alcalde Jorge Muñoz entregó a los vecinos de La Victoria las vías recuperadas de la avenida Manco Cápac. En la actividad también participó el burgomaestre de La Victoria, George Forsyth. (Foto: Difusión)

El viernes, Perú21 publicó un sondeo de Datum en el que, guiados por una tarjeta con los nombres de siete personalidades que protagonizan y destacan en el actual escenario político, los encuestados expresaron si les gustaría o no ver, en las próximas elecciones nacionales, a esos personajes como candidatos.

La lista fue elaborada por ejecutivos de la encuestadora y periodistas de los diarios Gestión y Perú21, evitando para este ejercicio nombres de congresistas, de líderes políticos involucrados en el caso Lava Jato y candidatos que participaron en las elecciones anteriores. El objetivo era aproximarse, a través de estos personajes, a los valores y atributos que el público aprecia y anhela en el comportamiento de sus autoridades.

El resultado arrojó el siguiente orden: George Forsyth, alcalde de La Victoria; Jorge Muñoz, alcalde de Lima; Salvador del Solar, primer ministro; Raúl Diez Canseco, dirigente de Acción Popular; Alberto Beingolea, presidente del PPC; Susel Paredes, gerente de Fiscalización de La Victoria, y Roque Benavides, empresario y hasta hace muy poco presidente de la Confiep.

Más allá de la filiación política o la orientación ideológica de los seleccionados, lo que los caracteriza a todos es su convicción democrática, su carácter conciliador, su voluntad de diálogo, su actitud poco confrontacional, su decisión frente a los problemas y su espíritu colaborador, cualidades muy poco vistas en la política peruana en demasiado tiempo.
Los tres que quedaron primeros, Forsyth, Muñoz y Del Solar, tuvieron que tomar decisiones trascendentes en las últimas semanas y, sobre todo los dos primeros, mostraron firmeza y valor sin perder las buenas maneras ni mostrarse autoritarios.

En ningún caso los hemos visto actuar con recelo o piconería; el protagonismo del uno no ha despertado la envidia ni la malicia del otro. Al contrario, ambos han sumado fuerzas para sacar adelante sus administraciones.

El entusiasmo de los encuestados al calificarlos, ninguno aparece con 1% de sus simpatías, resulta realmente alentador. ¿Significa que los ciudadanos revaloran la decencia, la fiabilidad y la ética en los políticos?
¿Acaso los peruanos empezamos a desechar la agresividad verbal, la mediocridad y la mezquindad que han caracterizado a la mayoría de ellos en los últimos dos años? ¿Están los ciudadanos comprendiendo que la verborrea violenta, los celos, el machismo, la homofobia y la prepotencia no pueden liderarnos?

¿Podemos soñar con políticos que no escupan sobre los micros de la televisión porque son incapaces de contener su ira y medir sus epítetos? ¿Aspirar a tener representantes en el Congreso que hagan docencia, que prediquen con el ejemplo, que no den vergüenza?

Al margen de la polémica que despertó la lista de potenciales candidatos propuestos en este primer ejercicio, el resultado debe mover a la reflexión a los políticos serios sobre lo que la ciudadanía espera de sus próximos líderes.