Luis Molina es el virtual alcalde de Miraflores. (Facebook)
Luis Molina es el virtual alcalde de Miraflores. (Facebook)

La campaña de Luis Molina en Miraflores fue bien pensada. Un año antes, sus carteles aparecieron en las fachadas de muchos vecinos en distintos lugares del distrito. En ninguno hubo alusión a Solidaridad Nacional hasta poco antes de las elecciones. Así, se posicionó como independiente.

Tuvo, además, contendientes débiles. Muñoz no pudo dejar candidato en la posta. Manuel Masías no pudo revertir su bien ganado desprestigio (dejó la municipalidad con un gran desequilibrio fiscal). Y los demás candidatos eran poco interesantes o desconocidos.

Cuando Molina fue elegido, una buena parte de vecinos quedó descontenta (me incluyo). En primer lugar, porque venir de Solidaridad Nacional no hablaba bien de nadie a fines de 2018. Es un partido que puso alcaldes distritales delincuentes en Lima. Felizmente fueron pillados por la justicia y las noticias nunca fueron desmentidas por los funcionarios amarillos.

En segundo lugar, Luis Molina es miembro relevante del partido de Luis Castañeda, el último alcalde metropolitano venido a menos por su arrogancia y negligencia. No es de extrañar que el prejuicio los homologue.

Por último, los vecinos más informados sabían, además, que Molina había sido un fuerte opositor de la reconocida gestión de Jorge Muñoz. Cuestionó el proyecto del puente mellizo y, antes, había pedido la vacancia del alcalde cuando este denunció, en su primera gestión, los pésimos manejos de Masías.

Pero Molina ha comenzado su gestión sorprendiendo a unos y otros. Con sentido de urgencia (y oportunidad) ha intervenido en la Calle de las Pizzas, un lugar feo e inseguro. Una demanda tantas veces desoída ha sido atendida con contundencia. Ese disparo dirigido al centro de la popularidad ha tenido una envidiable cobertura mediática.

También ha escuchado algunas otras demandas vecinales con rapidez y, en las mañanas, ha dispuesto a los serenos en las principales avenidas para facilitar el tránsito.Nada de eso ha revertido aún la desconfianza que levantó entre sus no votantes (me incluyo, nuevamente), a juzgar por las respuestas en las redes sociales.

Pero si continúa con esa iniciativa administrativa, tal vez revierta las resistencias de muchos. Miraflores es un municipio emblemático y uno de los pocos donde el partido de “patas” de Castañeda ha sobrevivido. Así que esta gestión no solo se juega en las expectativas distritales, sino en el mapa político de la metrópoli. Seguiremos atentos.