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Redacción PERÚ21

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Nano Guerra García,Opina.21nano@somosempresa.com.pe

Una amiga me comentó que recibió una papeleta del municipio de La Victoria. Había una foto de su automóvil supuestamente mal estacionado.

Ella se fija en la fecha y la hora, hace memoria, y nota que fue tomada mientras estaba haciendo cola dentro de su vehículo para entrar al estacionamiento de una empresa.

Indignada, empieza a averiguar por este sistema de multas y descubre que, cuando se detecta una falta así, el que toma la foto debe acercarse al conductor e indicarle la falta. Cosa que, en su caso, no ocurrió.

Ella debe firmar la papeleta y la autoridad presentarse, lo que tampoco se dio.

Los municipios saben que están haciendo algo no legal, pero mucha gente, por falta de información, va a pagar su infracción (que viene con una oferta de reducción del 80% de la multa para acelerar el pago de inmediato). Así siempre tienen recaudación.

Estos inspectores escogen precisamente colas así porque pueden simular que el carro se halla estacionado, pero en realidad está en marcha lenta y con chofer, esperando a pasar una tranquera.

¿Qué es esto sino un engaño? ¿Podemos creer en la legalidad cuando los funcionarios llamados a dar el ejemplo incurren en prácticas fraudulentas?

¿Hasta cuándo las personas que se esfuerzan y producen en las calles, como esta amiga que iba a visitar a un cliente, tendremos que soportar estos asaltos de la autoridad y ser esquilmados como en la época de Robin Hood?