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Redacción PERÚ21

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Jaime Bayly,La columna de Baylyhttps://goo.gl/jeHNR

Te obliga a trabajar en equipo, a hacer concesiones. Te obliga a mentir. Si no estás dispuesto a mentir no te metas en política, no llegarás a ninguna parte. El político necesita llegar al poder y al poder solo se llega diciéndole a la gente las cosas bonitas que quiere escuchar. No se tiene éxito político siendo honesto, se fracasa siempre, de todos modos. Es la naturaleza misma del oficio, tienes que ser taimado, astuto, malicioso, desconfiado. Tienes que ser lo que los otros quieren que seas. Tienes que ser un camaleón. No puedes empecinarte en ser esto y lo otro si eso le disgusta a la gente. El producto eres tú, tú estás en venta, tienes que venderte, tienes que conseguir que la mayoría te compre. Para eso tienen que confiar en ti. Pero ¿cómo vas a pedirles que confíen en ti si tú mismo no confías en ti? ¿Cómo vas a pretender mandar si no sabes tomar las decisiones mínimas que atañen a tu vida, a tu cuerpo, a tu salud? No lo pienses de nuevo, olvídate de la política. Hay un camino, que es el arte, hay otro camino, que es la política, esos caminos parten de un punto en común, la vanidad, pero se bifurcan y se alejan y no confluyen. Hay artistas con opiniones políticas, claro, pero lo que valen, si acaso, es por sus obras artísticas o por el fracaso de esas obras, no por sus opiniones políticas. Cualquiera puede opinar de política, no cualquiera puede hacer arte. Lo que es imposible es que salga arte cuando quieres hacer política. Si quieres hacer política, destruyes la posibilidad artística, la corrompes, la niegas de plano. Si quieres hacer arte, lo más probable es que fracases, pero al menos inténtalo, muere en tu ley. Prefiero tu fracaso como artista a tu éxito como político. Porque tu éxito como político es tu más clamoroso fracaso como artista. Solo piensas en meterte en política cuando te olvidas de que eres un escritor. Te aburres siendo escritor, sabes que eres un escritor mediocre, a nadie le interesan las ficciones que escribes, a duras penas se resignan a publicarlas. Si tuvieras éxito como escritor, no pensarías en la política. Pero de tu fracaso como escritor surge esa cuestión lateral, odiosa: ¿y si dejo de escribir mentiras y paso a decirlas con desparpajo y aspiro al poder, a la máxima representación? ¿Y si paso de escritor a candidato presidencial? ¿No suena eso más bonito, más exitoso: candidato presidencial, presidente electo, presidente de la República? ¿Habrías llegado entonces a la cumbre? No, absolutamente no. Todo eso es mentira. Lo que es verdadero, lo que prevalece, lo que perdura, es el arte. Los nombres de los que ejercen el poder se ensucian, se olvidan. Nunca nadie tiene absoluta razón en política, a la larga todos están parcialmente equivocados y se corrigen y se acomodan según cambian los vientos y el humor de la gente. Esa es la cuestión esencial, de fondo: cualquier artista que se mete en política está capitulando, está firmando su rendición moral, estética, intelectual. Si eres artista, si aspiras a serlo, trabaja en eso, trabaja duramente en eso, somete tu aspiración artística al trabajo serio, al rigor, a la disciplina. Lo primero que tienes que hacer es educarte artísticamente. Si quieres ser escritor, lee, aprende de los maestros. Si quieres ser pintor, contempla la belleza, mira los grandes cuadros, aprende a mirar, rebaja tu vanidad, refínala, cárgala de toda la belleza que nos han dejado. Si quieres ser músico, vive en esa burbuja, educa tu oído, trabaja tu arte. Nada llega sin esfuerzo. Ninguna obra de arte se consigue sin la pretensión de que eso sea algún día una obra de arte. Tienes que creerte un artista para llegar a ser con mucha suerte un artista. Puede que no lo seas, puede que fracases, pero al menos inténtalo, cree tú mismo tu propio cuento, no podrás convencer a nadie si tú no crees que eso que has hecho visceralmente y dejando media vida es una cosa que aspira a ser arte. Si nadie cree que eres un artista, si nadie ve el arte que hay en ti, ¿debes por eso rendirte y entregarte al oficio vil de la política? Como no te aplauden como artista, ¿vas a rogar que te aplaudan en ese papel impresentable de escritor fracasado metido a político conspirador? ¿Te gusta conspirar? Muy bien, conspira. Pero conspira artísticamente: en silencio, en soledad, reducido a tu condición más humana y verdadera. No me vengas con el cuento de que quieres ser presidente. ¿Presidente de qué, de quién? Y sobre todo: ¿para qué? ¿No sabes ya, después de tanto tiempo, que un día sin escribir es un día perdido, malogrado? ¿Entonces? ¿Estás dispuesto tan alegremente a perder el resto de tu vida? ¿Quieres que te den un trabajo por cinco años sabiendo que ese trabajo te impedirá hacer el único trabajo que debes realmente hacer, que es escribir? ¿Por qué sueñas con postularte a ese trabajo equivocado? Si quieres pensar en grande, si quieres soñar, entonces siéntate y escribe y basta ya de excusas: o eres capaz de aprender de tus intentos fallidos y escribes una buena novela, o vuelves a fracasar, y fracasas una y otra vez, y al menos esos fracasos literarios tienen una dignidad ante ti mismo y te salvan de la tentación malsana, ridícula, de meterte en política. No importan las opiniones políticas de Vargas Llosa y García Márquez, lo que ellos nos dejan es arte puro, lo otro pasa, se lo lleva el viento, ya no importa quién tenía razón en este punto o el otro. No importan las opiniones políticas de los artistas, la verdad es que importan poco y nada, o solo les importan a los políticos, lo que a la larga cuenta es la obra, la novela, la película, el cuadro, la canción, el poema. Es eso lo que traspasa el corazón de las personas de todos los tiempos, es eso lo que mejora la existencia humana, lo que nos hace creer que nuestra especie evoluciona. Si estás buscando alguna forma de belleza, no pretendas encontrarla en la política, en los partidos políticos, en el poder, en un ministerio. No, no, no: búscala en los libros, en los museos, en el cine, en el aire que es la música. Tienes que elegir: o es el camino vicioso de la política y sus espantosas ramificaciones, o es el camino solitario e incomprendido del arte y sus consiguientes humillaciones. El arte está en el aire, en la mirada del otro, en lo que el otro lee, mira, escucha. El arte, ¿qué es el arte sino la belleza tranquila que resiste la prueba del tiempo? Si eres capaz de traspasar la barrera de la política y conmover a una persona que piensa unas cosas políticas muy distintas de las que tú piensas, si puedes llegar al corazón de las personas sin agitar ni manipular sus convicciones políticas, entonces quizá seas un artista, aunque eso aún está por verse y solo se verá claramente cuando tú no puedas verlo y estés muerto y tu trabajo sea mirado y evaluado por otros que no te conocieron. Mientras tanto, no se te ocurra la vulgaridad de manipular a la gente desde la tribuna política. No hagas eso, no de nuevo, aprende de tus errores, deja que cada uno vote como le da la gana, tú callado y metido en lo tuyo, en tu arte, en ese pequeño envanecimiento de artista frustrado. El artista fracasa no cuando es incapaz de despertar la curiosidad del otro (siempre queda el consuelo de pensar que las próximas generaciones, o una de tus hijas, o una de tus nietas, apreciarán lo que ahora deploran esos que te conocen), el artista fracasa cuando deja de escribir, de pintar, de cantar, de actuar, fracasa cuando cambia de oficio y se entrega al sistema y se acomoda a un trabajo seguro, discreto, sin riesgos. No llegarás nunca a ser Bukowski si estás contento trabajando como cartero. Reparte las cartas y luego escribe esa novela como si fuera el fin del mundo, como si te jugaras en ella la vida entera. Lo más probable es que envejezcas siendo cartero, pero, por amor a ti mismo y a los que vendrán cuando no estemos, haz algo que parezca bonito, atrévete a rozar el arte, deja una huella elevada. Cien años más tarde eso que tú llamas arte será polvo y olvido. Pero ahora mismo estás moralmente obligado a dejar un testimonio que vuele por encima de las riñas políticas y si no lo haces estarás traicionando la oportunidad única y sagrada que te ha sido dada por los poderes superiores. Todo será nefasto si los artistas se rinden, será el caos puro y el fin del mundo si los artistas capitulan y se meten en política. Alguien tiene que salvarnos de los políticos. ¿Qué sería de nosotros sin una película, sin una canción, sin una novela? ¿Qué sería de la civilización humana si todos aspirasen a las glorias efímeras del poder? Preside el arte, preside siempre el arte, no pierdas eso de vista. Picasso es Picasso, Neruda es Neruda, Vargas Llosa es Vargas Llosa, la política es irrelevante cuando el arte llega a ser arte. Qué idiotez enemistarse con los artistas por razones políticas, qué cosa tan nefasta, pido perdón a los aludidos. No me busquen en la política, búsquenme en mi próximo libro, todo lo demás no existe, es irrelevante.