El viaducto Armendáriz tiene una extensión de 1.8 kilómetros. (Municipalidad de Lima)
El viaducto Armendáriz tiene una extensión de 1.8 kilómetros. (Municipalidad de Lima)

Hoy se inaugura el viaducto que conecta la Costa Verde con la bajada de Armendáriz. La obra fue aprobada y comenzada en la gestión solidaria y, para ser sinceros, había estado pensada desde décadas atrás. Es de esas obras del plan vial metropolitano que no se hacen por años hasta que el gobierno central se meta la mano al bolsillo porque el municipio de Lima siempre ha tenido un presupuesto ridículamente chico para ser el gobierno de la capital.

El asunto es que la obra no contempla ni un solo acceso peatonal que permita conectar la bajada de Armendáriz con las playas de Miraflores y Barranco. Cruzar por ahí ya era tentar la muerte, pero ahora, si bajas de Barranco, es imposible.

Durante meses, antes de que arranque todo, cuando en 2017 aprobaron los S/52 millones invertidos, varios alertamos de este asunto, pero nos veían como marcianos. ¿Peatones?, decían los solidarios. Dicho y hecho. No se hizo ni un solo esfuerzo para que limeños y turistas, peatones y ciclistas, puedan bajar a la playa. ¿Por qué no se aprovechó la obra y la inversión para resolver esa urgente necesidad?

Muñoz heredó la obra avanzada, así que sería injusto cargarle la responsabilidad a su gestión, pero ahora le toca traer la solución.

En paralelo, ayer un colegial no pudo entrar a la Línea 1 del Metro por cargar una guitarra con él. El argumento es que no se puede entrar con bultos. ¿Con un instrumento musical? No tiene sentido. Es un criterio equivocado que fácilmente se puede cambiar. El transporte público tiene que facilitar la movilidad, no lo contrario. Puede ser una guitarra, un coche de bebé o un saco de comida. No digo que hagamos una mudanza en hora punta, pero moverse por la ciudad es un derecho. ¿Cómo iría al colegio un niño que toca la guitarra? Lima se define en esos detalles.