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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

De ser cierto el anuncio del gobierno iraquí de haber recuperado la ciudad de Mosul –bajo el poder del Estado Islámico (EI) desde 2014–, es motivo de optimismo porque solo le quedaron pocos bastiones, principalmente en Siria, y la heterogénea coalición de naciones miembros de la OTAN, lideradas por Estados Unidos, junto a algunos países del Medio Oriente, el Ejército iraquí de mayoría árabe sunita y guerrilleros kurdos –un grupo étnico de origen asiático y no árabe– podrán demostrar que lograron un objetivo común a pesar de sus grandes diferencias geopolíticas.

Mosul es importante porque es la tercera ciudad más poblada de Iraq previo a la guerra y porque está en una zona rica en petróleo que permitió al EI financiarse hasta el punto en que en 2016 este grupo islamista produjo 100 mil barriles de petróleo diarios, cifra que la colocó como noveno productor del mundo de ese rubro. La pérdida de la ciudad dispersa, empobrece y deja al EI sin el lugar desde donde su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamó un califato islámico (imperio).

Luego de la reconstrucción de toda la provincia norte de Mosul, los iraquíes podrán restablecer la autonomía de los kurdos en una parte del norte del país. Existen más de 50 millones de kurdos –un pueblo al que las potencias extranjeras en el Medio Oriente dejaron sin estado– que habitan, principalmente, en áreas limítrofes de Turquía, Siria, Iraq e Irán. Solo la mayoría kurda iraquí ha gozado de cierta autonomía desde 2005.

Érase una vez que George W. Bush anunció el fin de la guerra de Iraq y no fue así, por eso hay que esperar buen tiempo para saber si en realidad Mosul fue liberado y el EI, como ejército (no como organización terrorista internacional), ha sido derrotado.