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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Explicábamos en el artículo anterior que la verdadera revolución por la cual votaron los venezolanos cuando eligieron a Chávez en 1999 buscaba profundizar la democracia, acabar con el clientelismo y diversificar la economía para hacerla menos dependiente del petróleo.

Chávez hizo todo lo contrario porque nunca dejó de ser el golpista delirante que intentó derrocar a un gobierno democráticamente electo en 1992. Una vez en el poder, Chávez desmontó la institucionalidad del país e hipnotizado por Fidel Castro, se rodeó de izquierdistas trasnochados, oportunistas y corruptos, se preocupó de una supuesta "revolución" continental y finalmente le entregó Venezuela al régimen cubano que hoy maneja con militares y agentes de su servicio secreto a las Fuerzas Armadas y a instituciones del país.

Maduro es solo un monigote que impusieron los hermanos Castro tras la inminencia de la muerte de Chávez para manejar al país sin resistencias internas, pero dada su mediocridad y falta de carisma, no pudo controlar al sector de militares y políticos vinculados al narcotráfico y al que promueve ayuda a terroristas como los del grupo proiraní Hezbollah. El régimen no puede caer porque el destino de su cúpula es de largas sentencias de cárcel.

La verdadera revolución es la que plantean hoy valientes miembros de la variopinta oposición, como López, Capriles y María Corina Machado (María Coraje, la llaman), Raúl (no Castro, sino Baduel) o los hoy políticos y antes miembros del movimiento estudiantil: Stalin (Rivas), Guevara (no el Che, sino Freddy), Yon Goicochea, preso político (y no el comunista norteamericano John Reed), y otros cuyos nombres se van convirtiendo en sinónimos de un cambio profundo y democrático para Venezuela.