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Redacción PERÚ21

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El resultado de las recientes elecciones de Israel dejó al partido Likud, de Benjamin Netanyahu, en una disyuntiva en la cual, para formar gobierno, tendría que aliarse con partidos nacionalistas y religiosos que obtuvieron poca votación o plantearse un gobierno de unidad nacional con el Campo Sionista (conformado por el Partido Laborista, de Haim Herzog, y Kadima, de la ex canciller Tzipi Livni), con 24 de los 61 o más escaños de los 120 del Parlamento. Algunas reflexiones:

– A pesar de la cada vez mayor peligrosidad de la situación del Medio Oriente, cerca de la mitad de los votantes hizo más caso a los problemas domésticos, en especial el del alto costo de vida y la dificultad para la clase media de obtener vivienda propia. Esto se refleja en la alta votación de partidos de centro y de izquierda que se posesionaron bien junto al Campo Sionista, con los partidos de centro Hay Futuro, de Yair Lapid (11 escaños), y de Todos, de Moshe Kahlon (10), líder de la llamada "revolución del celular" que acabó con el monopolio que había en la telefonía del país.

– Por primera vez, los partidos árabes israelíes, que representan a la minoría de musulmanes y cristianos del país –alrededor del 20% de la población–, no fueron separados, y su bloque parlamentario, Lista Árabe Unida, quedó en tercer lugar, por lo cual tendrá más voz tanto en políticas relacionadas al conflicto palestino-israelí como en cuestiones internas sobre la excesiva influencia de partidos ortodoxos judíos en el escenario político israelí.

– Netanyahu afirmó que, de ganar, no se crearía un Estado palestino en un Estado palestino. Para formar un gobierno de unidad nacional debe retractarse y negociar con la Autoridad Palestina.