Another brick… (II)
Another brick… (II)

¿Por qué ocurre ahora, tras el asesinato del afroamericano George Floyd, que el nivel de protestas y disturbios son tan violentos, como en las luchas por los derechos civiles en los 50 y 60?

Intentemos “rasgar” unas hipótesis:

-Varios casos fueron filmados por testigos en sus celulares y la transmisión visual de la brutalidad policial causa más furia.

-Los medios de comunicación son más eficientes en investigar las causas que originan estos casos y se descubre que ocurren también con personas desarmadas que no oponen resistencia al arresto; y, a veces, por motivos cuestionables como en el caso Floyd, detenido por utilizar un billete falso para pagar unos cigarrillos.

-Algunos politólogos consideran que lo que califican como “la paradoja de Minnesota” se replica en otros estados del centro de EE.UU.: regiones de población muy liberal con ciudades segregadas, con grandes brechas en niveles de empleo y salarios.

-Dada esta situación, los afroamericanos son la población más vulnerable, junto a los hispanos, en problemas de salud pública como el COVID-19, el cual a nivel nacional, proporcionalmente, ha causado más contagios, muertes, pérdida de empleos y de créditos con respecto a la mayoría blanca.

-El discurso polarizador de Trump, la desesperación de semanas de semiconfinamiento y la crisis económica por la pandemia fueron el perfecto coctel molotov que explica, pero no justifica, la violencia de las protestas. El caso Floyd (no Pink) fue “otro ladrillo en la pared” (“another brick in the wall”) de racismo y discriminación de más de dos siglos de racismo, discriminación y de la falla para lograr prosperidad e integración social de la mayoría de la población afroamericana, en un país que soñó eso tras la llegada de Obama al poder.