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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La existencia de campos de trabajos forzados es común a los sistemas totalitarios del siglo XX y XXI, como los Lagers nazis, en algunos de los cuales había también cámaras de gas para exterminar a judíos, gitanos y otras minorías; los gulags de la Unión Soviética; y tantos otros como en Corea del Norte, donde hasta hoy existen para disidentes del régimen.

La decisión tomada en el 2013 por el Partido Comunista chino (PCCh) de desmontar estas instalaciones, a las cuales ellos llamaban, eufemísticamente, campos de "reeducación mediante el trabajo", marcó un precedente histórico, puesto que el mismo régimen que domina a China desde la revolución de Mao Zedong de 1949 acabó con la política del Laogai (en chino, "reforma por el trabajo"). Fue el fin de una institución que mató a unos 50 millones de personas en poco más de medio siglo.

Recientemente el PCCh anunció que las parejas podrán tener hasta dos hijos, acabando con la imposición de la política del hijo único de 1972 para que el aumento del índice de natalidad incremente la fuerza laboral de jóvenes en unos años. Si bien esta decisión se tomó por consideraciones económicas, la erradicación de este decreto pondrá fin a muchos abortos forzados que, según el estudio de Steven Mosher, presidente del Instituto de Investigación Poblacional, produjo 400 millones de muertes de bebés.

China se desprende lentamente de tradicionales políticas del totalitarismo, aunque falta mucho para que deje de ser un sistema de este tipo, en especial cuando las torturas siguen siendo legales y no reconoce que encarcela a centenares de prisioneros políticos. Con una nueva generación de dirigentes que no conoció a la generación de Mao, China se "reeduca" lentamente a sí misma.

arielsegal@hotmail.com