(Foto: EFE)
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Estamos viviendo un momento nunca visto, que nos obliga a cambios en la forma en la que hacemos muchas cosas. Así, nos hemos visto forzados a iniciar un proceso de educación a distancia, una nueva modalidad de aprendizaje que trae retos para todos los actores del sector. Los docentes se han tenido que adaptar a una nueva manera de enseñar, han tenido que entrar de lleno a un mundo digital, se han tenido que adaptar contenidos pensados en una modalidad presencial a un formato nuevo que se ajuste a la educación a distancia.

Sabemos también que se ha generado muchas dudas, y en algunos casos malestar, a nivel nacional en las familias por esta modalidad de aprendizaje. Si bien existen diferencias en esta nueva manera de aprender, lo importante no debe ser la modalidad de un plan de estudios, presencial o a distancia, sino el diseño del mismo, que se hayan definido de manera clara los objetivos de aprendizaje y que se haga foco en las competencias priorizadas bajo la modalidad que se elija. Si bien son modalidades diferentes, en ambas se pueden lograr los aprendizajes esperados.

La adopción de la educación a distancia responde a una crisis sanitaria nunca antes vista, pero debe ser la oportunidad de retarnos, de buscar nuevas herramientas para el aprendizaje de los estudiantes, aprendizaje que no debe parar pues su formación debe ser la prioridad en nuestro país.

Confiemos en la capacidad de las instituciones educativas y reconozcamos los grandes esfuerzos que vienen realizando con sus maestros y equipos directivos. En estos momentos, todos debemos estar del mismo lado, para empujar el coche de la educación en nuestro querido Perú.