La bancada de Fuerza Popular se pronunció para respaldar a su detenida lideresa Keiko Fujimori. (Foto: Congreso de la República)
La bancada de Fuerza Popular se pronunció para respaldar a su detenida lideresa Keiko Fujimori. (Foto: Congreso de la República)

Cicerón dijo que cuando una nación prefiere el gobierno de los hombres que al de las leyes, va camino a su propia destrucción. Y, lamentablemente, el Perú ha dejado de estar, si alguna vez lo estuvo, bajo el imperio de la ley para situarse bajo el imperio de una tiranía parlamentaria.

La semana pasada, el Congreso aprobó una ley que pondría en libertad a Alberto Fujimori y mayores de 65 años que hayan cumplido un tercio de su pena. Y, dejando de lado nuestra posición sobre si Fujimori debe o no volver a la cárcel, hay que sentirnos muy preocupados por cómo se dio esta ley. En primer lugar, indigna que Fuerza Popular, a pesar de que Keiko prometió no usar el poder político para liberar a su padre, apruebe una ley con nombre propio cuando el año pasado la bloqueó en el Congreso. En segundo lugar, y lo que es más indignante, la ley aprobada maratónicamente no siguió el procedimiento regular. No pasó por comisiones ni fue debatida en el Pleno y, aun así, ya se encuentra en el despacho de Vizcarra. Con la facilidad que se aprobó esa ley, cualquier oportunista que tenga mayoría podrá aprobar leyes peores en el futuro.

Los peores enemigos no son los que declaran la guerra, sino los que sin hacerlo, atacan desde el interior. FP se ha convertido en un enemigo en las sombras de nuestra democracia y Estado de derecho. Porque sin declararle la guerra al Estado y desde nuestro ordenamiento jurídico, ha destruido la institucionalidad y pisoteado la Constitución y las leyes. Sin embargo, ha dejado al descubierto todas las falencias que tiene nuestro sistema. Y tal vez no podamos evitar que tiranos lleguen al poder, pero se deben hacer cambios para que, de llegar, no impongan una tiranía como la actual.

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