(Foto: GEC)
(Foto: GEC)

Hoy se discute la vacancia del presidente y la responsabilidad que tienen los congresistas para con el país es la más importante desde que asumieron el cargo.

Desde el primer día, Castillo mostró total incapacidad para ejercer la presidencia. En plena pandemia y crisis económica, no tenía listo un gabinete el día de su asunción. Al día siguiente nombró como premier a una persona que admiraba a la terrorista Edith Lagos en Facebook. Luego, nombró a denunciados, investigados y polémicos personajes en ministerios y altos cargos públicos, cuando estos no tenían la credenciales éticas ni profesionales para ocupar el cargo. A todo ello se sumaron los gravísimos escándalos de corrupción en los que estarían involucrados el presidente y su entorno político y familiar.

El Congreso, por ingenuidad o complicidad, decidió salvar a Castillo en varias ocasiones, pero ahora sería un suicidio para el Congreso y la democracia mantener a un presidente embarrado en escándalos de corrupción, cercano a Antauro Humala y al brazo político de Sendero Luminoso, pero, sobre todo, que ha buscado sondear el apoyo que tendría el cierre inconstitucional del Congreso entre las Fuerzas Armadas.

El Estado ni su presupuesto es tan grande como para asegurarle un puesto a esos congresistas pro Castillo. Así que lo que les haya ofrecido Castillo a los congresistas para que no voten por la vacancia no vale la pena en comparación a las consecuencias nefastas que tendrá para el país no retirarlo del cargo. Porque el Perú que viene con Castillo es uno más pobre, más desigual y con un gobierno autoritario al que no le importará violar derechos humanos ni libertades. ¿Realmente esos parlamentarios quieren que sus hijos crezcan en un país en ruinas como Cuba, Nicaragua o Venezuela?