(Foto: Captura Canal N)
(Foto: Captura Canal N)

La democracia está bajo asedio. Hace una semana, el presidente Castillo dio un golpe de Estado y buscó entornillarse en el poder como dictador. En su mensaje, anunció el desconocimiento de las instituciones que lo reconocieron como presidente constitucional desde el primer día de mandato. Pero fueron esas instituciones las que, valientemente, respetaron el orden constitucional y condenaron el golpe.

En los últimos días, violentos “manifestantes” se han declarado en insurgencia y desconocen a la presidenta constitucional y al Congreso de la República. En Andahuaylas, dinamitaron el aeropuerto (¿Cómo civiles pueden tener dinamita?); en otras provincias, utilizan armas hechizas contra la Policía Nacional. En Arequipa, secuestraron a un comisario y tomaron el aeropuerto. Todo esto sumado al bloqueo casi total de carreteras del país, amenazando de desabastecimiento a varias regiones. ¿Es justo que una minoría violenta secuestre ciudades enteras, no deje trabajar a los ciudadanos, no deje ingresar alimentos ni medicinas? ¿Acaso los ciudadanos que respetan la ley y quieren paz no tienen derecho a la vida y al libre tránsito?

El Congreso actual es nefasto, pero es el resultado de una elección democrática. Esos congresistas no cayeron del cielo, sino que los que hoy protestan los eligieron hace casi dos años. Si se quiere otro Congreso, se debe aprobar el adelanto de elecciones y que la población vote bien. Pero no se puede permitir que se utilice el chantaje para acorralar al Estado y desconocer las leyes a su antojo.

Los manifestantes que piden desconocer las leyes e instituciones, no se dan cuenta que en el futuro ellos pueden ser víctimas de otras personas que hagan lo mismo y no habrá leyes ni instituciones que puedan defenderlos.