Que pague la izquierda
Que pague la izquierda

La emergencia sanitaria ha desnudado la conocida deficiencia de los servicios públicos, pero también ha sido tierra fértil para el surgimiento de populistas que, al no triunfar con sus ideas en las urnas, buscan imponerlas mediante el miedo y la desinformación.

La izquierda ha emprendido una campaña de satanización contra los empresarios buscando que las empresas, paralizadas y al borde de la quiebra, continúen pagándoles a sus trabajadores. Aquella propuesta se encuentra acompañada de la frase “Que paguen los ricos”.

Sin embargo, es preocupante que la izquierda peruana sea tan retrógrada e infantil que aún considere al empresario como el señorón con bigote y habano con los pies sobre su escritorio, y no como el arriesgado emprendedor que, a pesar de trabas burocráticas, regulaciones e impuestos, mantiene su negocio y da trabajo. Porque así no le guste a la izquierda, son los privados (empresarios y trabajadores) quienes sacan el país adelante. Son a los que se les revienta a impuestos y se les da servicios públicos paupérrimos. Y, aun así, la izquierda pide que se les cobre más, que se les regule más y que se les arruine más. Pero, como dijo Boetcker, “no puedes fortalecer al débil debilitando al fuerte. No puedes ayudar al pobre arruinando al rico”.

La izquierda dice defender al trabajador, pero se convierte en su enemiga cuando ese trabajador pone su empresa y da trabajo, porque es ahí cuando la izquierda pierde votos. Y, curiosamente, empresa significa acción o tarea que entraña esfuerzo y trabajo, siendo estos dos, pecados capitales del socialismo.

El Estado no puede dar nada que no se lo haya arrebatado antes a alguien, porque aquel no produce ni crea riqueza, son los emprendedores quienes lo hacen. Y si se condena a los emprendedores, no habrá quien mantenga al Estado.