Fuerza Popular ha recibido críticas por abstenerse en votación para la reforma del CNM. (Foto: Agencia Andina)
Fuerza Popular ha recibido críticas por abstenerse en votación para la reforma del CNM. (Foto: Agencia Andina)

El presidente usó la última carta que le quedaba al Ejecutivo para impulsar las reformas que estaban siendo demoradas y deformadas en el Congreso. Sin embargo, mientras que Vizcarra enseñaba su par de ases, el fujimorismo volteaba la mesa gritando trampa.

El domingo, el presidente Vizcarra anunció que se presentaría una cuestión de confianza por las reformas y el fujimorismo no tardó en compararlo con Maduro o insinuar que es inconstitucional la medida. Por un lado, manifiestan que el actual gobierno no es el mismo que el de Kuczynski; por lo tanto, la crisis del gabinete Zavala no contaría como la primera de las dos cuestiones de confianza necesarias para disolver el Parlamento. Por otro lado, Mulder recordó que el Congreso aprobó una reforma, de su autoría, del Reglamento del Legislativo en la que se tergiversa la cuestión de confianza y establece requisitos para que esta se dé. Aquello es no solo preocupante sino vergonzoso, puesto que hay legisladores que están interpretando la Constitución a su antojo, aun cuando esta es bien clara en su artículo 134 y le brinda las facultades utilizadas a Vizcarra.

El fujimorismo tuvo la oportunidad de revisar y corregir las propuestas de Vizcarra; sin embargo, dilataron la espera y se limitaron a criticar al Ejecutivo y sus reformas durante 40 días sin proponer nada. Aquello ha llevado al país a una crisis que parece estar cerca de finalizar, puesto que solo hay dos opciones: se disuelve el Congreso o se aprueban las reformas. En ambos casos, Vizcarra sale fortalecido y el fujimorismo más desprestigiado que nunca. La única diferencia es que, con la disolución del Congreso, la debacle naranja sería inmediata, mientras que, de aprobar la reforma a regañadientes, el fujimorismo puede agonizar hasta 2021.

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