AMLO también dijo que es "muy interesante" el debate existente en la prensa. (Foto: EFE)
AMLO también dijo que es "muy interesante" el debate existente en la prensa. (Foto: EFE)

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, AMLO, ha tenido la ocurrencia de enviar una carta al rey de España, Felipe VI, para exigir que él, personalmente, pida perdón por los abusos cometidos durante la conquista de México.

No deja de ser irónica tamaña misiva. No se trata ahora de entrar en la discusión histórica de lo que supuso la conquista de América y de la colonización, sino de llamar la atención sobre quién, cómo y desde dónde se hace la desatinada exigencia. Y, sobre todo, de desenmascarar el toque burdo y populista, desprovisto de rigor histórico.

Porque, ¿quién firma la misiva? Un tal “Andrés Manuel López Obrador”, nieto de cántabros. ¿Y a quién se la dirige? A un tal “Felipe de Borbón”, por cuyas venas no corre ni una sola gota que haya tenido algo que ver con la conquista de México. Quizás sí, con el fin del Imperio.

¿Y a qué alude el Sr. presidente mexicano? A que hay que abrir un proceso de reconciliación. Como si la Historia fuera susceptible de ello… 500 años después. ¿Con qué objeto? Por los abusos sufridos por la población autóctona. Fue la conquista de América y las inquietudes jurídicas y religiosas que despertó las que sientan las bases del derecho internacional. Hubo excesos, sin duda. Pero, por primera vez, se habló de “derechos” y de su disfrute por todos. Frente a ello, y todavía en el siglo XXI, hombres y mujeres mexicanos viven bajo el yugo de gobiernos incapaces de garantizarles el más elemental derecho: la vida.

Hablar, pues, de “derechos humanos” o de “reconciliación”, cuando se es presidente de uno de los países más violentos del mundo suena a sorna. O a deseos de huir hacia adelante, sin mirar una realidad provista de demasiados ejemplos de impunidad y de abuso.

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