Martín Vizcarra (PikoTamashiro/GEC)
Martín Vizcarra (PikoTamashiro/GEC)

La bronca entre el Ejecutivo y el Parlamento sigue escalando con el anuncio de la presentación de la cuestión de confianza. El pronóstico es impredecible. El presidente Vizcarra responde así indignado al último pelotazo fujimorista que llegó con blindaje a Chávarry, quien no fue inhabilitado ni acusado por la Comisión Permanente. Lo salvaron otra vez.

La decisión del fujimorismo de blindar a Chávarry llevó a Daniel Salaverry, el presidente del Congreso, a jugar su partido para la reelección. Dijo que “los fujimoristas y sus aliados” no han aprendido nada con los enfrentamientos. En el medio entraron a tallar los fiscales. José Domingo Pérez volvió a “vestirse de corto” y exigió la cuestión de confianza.

Pérez es un buen fiscal, pero sus afanes protagónicos lo vuelven a desbocar. ¿La fiscal de la Nación avala esas afirmaciones?

Presentada la cuestión de confianza y si el Legislativo la rechaza, se allana el paso a una disolución del mencionado poder del Estado. Es muy fácil dejarse llevar por la opinión pública, pero, ¿es la cuestión de confianza y la posterior disolución del Congreso lo mejor para el país?

Fernando Zavala, con PPK, lo hizo cuando se propició la censura de la exministra de Educación Marilú Martens. Este sería el segundo gabinete en caer y la puerta para cerrar el Congreso se abre constitucionalmente, pero con consecuencias imprevisibles.

Si Vizcarra ‘DISUELVE’ el Congreso actual, debe convocar en la misma disolución a elecciones de un nuevo Legislativo solo para completar el periodo. Los congresistas disueltos podrían tener el camino expedito para volver a candidatear en el bicentenario porque la prohibición es para la reelección inmediata. ¿Se arregla el Perú con esto?