Almirante Guillermo Faura

Carlos Tapia,Opina.21El éxito, no la victoria, conseguido en la Corte Internacional de Justicia de La Haya se debe a una tríada de actores. Guillermo Faura fue el que tuvo conciencia de los errores cometidos que permitieron a Chile apropiarse de nuestro mar, ante la pasividad de los gobernantes y de nuestras Fuerzas Armadas.

Señaló en su libro El mar peruano y sus límites (1977) los puntos fuertes para un legítimo reclamo (inexistencia de límite marítimo y la propuesta de la bisectriz) en una negociación o arbitraje con nuestro vecino del sur.

Fue el embajador Juan Miguel Bákula el que acogió la tesis de Guillermo Faura para diseñar la estrategia jurídica apoyado por los expertos de la cancillería, de largo plazo y buscando aprovechar los errores de la diplomacia y la soberbia chilena. Y fueron el equipo de juristas y los asesores externos encabezados por el embajador Allan Wagner, los encargados de dar el puntillazo final en la argumentación y defensa de nuestro punto de vista ante el tribunal internacional de La Haya.

Justos son los reconocimientos que el estado, los medios y la opinión pública han otorgado al rol cumplido en vida por el embajador Bákula y a nuestro equipo jurídico ante La Haya. Pero llama la atención el disminuido trato que se le ha otorgado al almirante Guillermo Faura. Particularmente al interior de nuestra Marina de Guerra.

Es verdad que fue un almirante controvertido que tomó abierto partido a favor del velasquismo en momentos de aguda fricción del gobierno de entonces con la mayoría de almirantes, muchos de los cuales fueron pasados al retiro arbitrariamente.

Pero también sufrió la marginación institucional, atentados contra su vivienda y hasta la amenaza de un levantamiento de la Marina de Guerra, consiguiendo su renuncia al cargo de comandante general y ministro de Marina, en junio del año 1975, a solo dos meses del golpe de Morales Bermúdez.

¿Acaso no pesa más su decisivo aporte a la recuperación del mar de Grau?