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Redacción PERÚ21

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Enrique Castillo,Opina.21A fines del año 2013 pasamos de la cultura del alivio a la del conformismo. Los mismos que se daban por bien servidos con lo hecho el 2012, ahora señalan que no hay por qué quejarse con los resultados de 2013, ya que es verdad que no se han hecho grandes obras; que no hemos avanzado en cerrar la brecha de infraestructura; que nuestro crecimiento ha caído y nuestra economía se ha desacelerado; pero, según ellos, también es verdad que no han habido mayores sobresaltos ni más sorpresas como la de la deseada compra de Repsol.

Para ellos no importa si no crecemos a 8, a 6 o incluso a 5%, porque lo importante es que si miramos alrededor, estamos mejor que nuestros vecinos.

Tampoco importa si el Gobierno no hace mucho o no hace nada, lo importante para ellos es que el presidente no sienta que "lo están empujando", porque podría estar tentado de girar unos grados a la izquierda. Es decir, no importa cómo estemos, mientras no estemos peor.

Dos viejos dichos señalan con crudeza que "mal de muchos consuelo de tontos", y que "en la tierra de los ciegos el tuerto es Rey". Estos dos años nos la hemos pasado aceptando, justificando y conformándonos con lo que la situación y la "crisis" nos deparaba y nos dejaba, cuando se pudo haber hecho mucho, precaviendo y preparándonos con anticipación.

Hemos aceptado resignados "nuestro destino" –y peor aún, lo hemos justificado permanentemente– en vez de reaccionar y luchar para salir airosos.

Ojalá que el año 2014 todos cambiemos de actitud, porque de lo contrario podríamos pasar, peligrosamente, del conformismo a la mediocridad.