El hambre no es un chiste. (Foto: iStock)
El hambre no es un chiste. (Foto: iStock)

¿Está el Perú preparado para enfrentar una crisis alimentaria? No son pocos los expertos internacionales que vienen advirtiendo sobre la amenaza de hambruna que se cierne sobre el mundo, a consecuencia del cambio climático y los efectos devastadores de la pandemia, que la invasión rusa a Ucrania no ha hecho más que agravar.

El impacto inmediato en nuestro medio es la escasez de fertilizantes para el campo. Si entre enero y abril de 2021 se importaron 200 mil toneladas de urea para la agricultura, provenientes principalmente de Rusia, en el mismo periodo de este año apenas se ha logrado reunir 19 mil toneladas de distintos proveedores internacionales para traer al Perú.

La semana pasada fue la propia representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Perú, Marina Escobar, quien advirtió que más de 15 millones de peruanos se encontraban en situación de extrema vulnerabilidad e inseguridad alimentaria, debido al aumento de la pobreza y la galopante inflación en el país: es decir, todos esos compatriotas corren el riesgo de ser víctimas de la hambruna.

Y salvo una ridícula, supuestamente irónica, arenga presidencial –”hambruna les va a dar solo a los ociosos, pues como somos un pueblo trabajador, vamos a ganarle al hambre”– que únicamente desnuda su profunda ignorancia sobre el tema, la dejadez e improvisación del Gobierno para implementar un programa de respuesta a la escasez de alimentos preocupa a los especialistas.

El exministro de Economía Alonso Segura ha sido muy claro ayer en Perú21: “En general ha habido una erosión del capital humano y de las competencias en el sector público, empezando por el Ministerio de Desarrollo Agrario, que (debería ser) una de las principales dependencias involucradas en esta lucha contra la crisis alimentaria”.

La mediocridad de los funcionarios públicos llamados a liderar esta cruzada para evitar que los más pobres pasen las penurias del hambre es alarmante, ya que está visto que Castillo prefiere poner al frente de carteras y cargos estratégicos a sus paisanos, correligionarios o amigotes antes que a técnicos calificados.

De ahí que, al igual que el exministro, no hay quién pueda confiar en la capacidad del Midagri para llevar a cabo esta tarea, mucho menos con su actual titular. Extremadamente grave para el país.

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