Canciller Mario López Chávarri. (Foto: Cancillería)
Canciller Mario López Chávarri. (Foto: Cancillería)

Es completamente absurdo e incoherente que la Cancillería peruana pretenda apoyar la postulación de Cuba al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En la práctica, se estaría respaldando a una dictadura, a un país donde no solo se violan permanentemente los DD.HH., sino que son también inexistentes otros derechos esenciales, como la libertad de prensa o el derecho a elecciones libres, ya que esta isla del Caribe antes que un gobierno pareciera tener un ducado.

¿A guisa de qué entonces tendría que apoyar nuestro país a la dictadura que encabeza Raúl Castro –quien sucedió a su hermano Fidel que se mantuvo 49 años en el cargo– para que sea elegido como miembro de tal comisión en la ONU? El ministro de Relaciones Exteriores, Mario López Chávarri, alega que el gesto responde a un compromiso asumido por el anterior gobierno en el año 2016, cuando Cuba respaldó la candidatura peruana a la Comisión de Derecho Internacional, lo que permitió tener a un jurista peruano en dicha instancia después de 25 años. ¿Una por otra? ¿Esa es la lógica con la que el gobierno del presidente Vizcarra maneja nuestra política exterior?

No hay lógica posible que sustente la decisión de legitimar a un gobierno como el cubano, tan ajeno al respeto irrestricto de los DD.HH., entronizándolo en un foro del calado de la Asamblea General de la ONU.

Para los peruanos, respetuosos de la democracia y los derechos humanos, resulta inaceptable que nuestra Cancillería apoye a un gobierno que mantiene presos políticos y persigue opositores, al Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Tal postura, además, podría generarle serios problemas a la diplomacia peruana en su trato con otras democracias del orbe.

Si a ello le sumamos el insólito nombramiento del expremier Vicente Zeballos como embajador del Perú ante la Organización de Estados Americanos –por lo cual en el Congreso se ha pedido interpelar al ministro López Chávarri– es que algo ya empieza a podrirse en los despachos de Torre Tagle.

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