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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Según el índice de progreso social (IPS), el Perú ocupa el puesto 86 de 133 países en agua y saneamiento.

También vemos que el 19% de los peruanos no tiene acceso a agua potable, es decir, casi 6 millones de personas aún no cuentan con este servicio. Además, el 27% no tiene acceso a un servicio de saneamiento básico en sus hogares, porcentaje seis veces mayor que en Egipto.

En áreas rurales, solo el 71% cuenta con acceso a agua, lo que nos coloca en el puesto 98 de 133 países, ganándole, por muy poco, a Ruanda, país con un per cápita casi ocho veces menor que el nuestro.

En la capital, alrededor de 165 mil hogares aún no cuentan con agua potable. Llama la atención que la mayoría de este grupo hace uso del camión cisterna para abastecerse y esto puede llegar a costar 18 soles por cada metro cúbico, mientras que quienes contamos con el servicio pagamos poco menos de 2 soles por la misma cantidad de agua.

Así, los que no tienen agua deben pagar casi nueve veces más el costo de la tarifa regular a un aguatero.

Según Sedapal, al año se pierden casi 150 millones de metros cúbicos de agua que no son facturados. Esto, calculado entre el promedio mensual que consume un hogar, que es 20m³, alcanzaría para cubrir a 621 mil hogares, cifra 3.7 veces mayor del total aproximado de hogares que aún no cuentan con agua potable. Más de 256 millones de soles anuales estaría perdiendo Sedapal por no invertir en mantener sus redes ni en detectar conexiones clandestinas.

En un contexto en el que las tarifas han subido, me pregunto, ¿por qué no enfocarse en mejorar su gestión en vez de cobrarles más a los usuarios por el más elemental de los recursos? La clave está, o debería estar, en ser más eficientes y mejorar la calidad de un servicio sin afectar el bolsillo de los ciudadanos, sobre todo si este servicio, es además, un derecho.