Dicen que el verdadero valor del arte radica en mantener su relevancia en el tiempo. Bajo esa lógica, la película “NO” del director chileno Pablo Larraín es una subvalorada obra maestra. El film cuenta la historia del plebiscito nacional de 1988 entre dos opciones: SI y NO, la primera significaba la permanencia en el poder del general Augusto Pinochet y la segunda daría paso a la democracia y a nuevas elecciones presidenciales.
El protagonista es un exitoso publicista, protagonizado por el genial Gael García Bernal, que es abordado por la campaña del NO. En su lectura, a pesar de todos los atropellos, abusos y crímenes de la dictadura, el público chileno estaba preparado para un mensaje basado en la alegría.
Muchos políticos han tenido éxito con esa estrategia. En 1990 el siempre sonriente Alberto Fujimori, sorprendió al mundo cuando derrotó de manera contundente al serio y futuro premio Nobel, Mario Vargas Llosa. Obama hizo lo propio con una campaña basada en el concepto de “Hope” (esperanza). PPK es otro ejemplo del político alegre, pues vale la pena recordar que el momento icónico de su candidatura fue su persistente sonrisa ante la agarrada testicular de una entusiasta fanática. El ejemplo perfecto lo encontramos en la campaña del “NO” con un jingle tan simple como pegajoso: “Chile, la alegría ya viene”.
Esto no significa que siempre funciona. Pues también hay una larga lista de políticos que llegan al poder con un mensaje basado en la ira. Millei, Brexit, Pedro Castillo y Trump son solo algunos recientes ejemplos.
Precisamente, en la última elección en Estados Unidos hubo lecturas completamente distintas entre Kamala Harris y el eventual ganador. La primera comunicó un mensaje explícitamente basado en la alegría (la palabra “joy” fue usada múltiples veces en spots y discursos), mientras que Trump advertía de un futuro apocalíptico y denunciaba la decadencia actual de su país.
Claramente, Donald tuvo una mejor lectura del momento, su mensaje caló. El público no estaba listo para una visión alegre, pues en el retrovisor aún está la pandemia con todo el sufrimiento que causó y las secuelas económicas que persisten en los bolsillos de la población. Además, leyó muy bien que cuando la economía no va bien el primer chivo expiatorio son los inmigrantes.
A pesar de claras deficiencias como candidato, Donald Trump hará su improbable retorno a la Casa Blanca. La alegría es una fuerza potente, pero subestimaron el malestar económico de la población. Como advertía Mafalda hace más de 50 años: “La inflación vuelve susceptible a la gente”.