notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Sin ánimo de faltarle el respeto a mi amigo Thorne –cuyo apellido hace décadas ha sido castellanizado. Son unos huachafos mis coleguitas que le dicen "Zorn". ¡Y encima con "z"!–, utilizo el título "El Perú está calato" del libro escrito por su jefe de gabinete, Carlos Ganoza, para graficar, al igual que Ganoza, lo peligroso que es cuando los economistas pecan de hiperoptimistas.

Y aquí me refiero a escuchar a Thorne justificar esa suicida decisión de bajar el IGV aduciendo que "(…) nos cuesta el primer año. Sin embargo, gradualmente esta pérdida se revertirá y al quinto año tendremos ganancia que va a duplicar la pérdida del primer año". Whaaaaat! ¡Ni ellos se creen esto! Eso de ponernos a hacer experimentos raros en pleno déficit fiscal no es nada responsable, más aun cuando es obvio que nadie se va a formalizar ni los precios van a bajar porque el IGV se reduzca en un punto. Lo único que se va generar es un mayor déficit fiscal.

Como bien me apunta un amigo, "así van a incrementar incertidumbres en los agentes económicos, como también los desbalances entre gasto y producción cuando un ministro de Economía debe, más bien, minimizar ambos factores. ¿Van a asumir más deuda no exclusivamente para más infraestructura sino para también tapar ese aumento en el déficit fiscal que ellos mismos están innecesariamente generando? Absurdo. El BCR va a tener que subir tasas de interés cuando este aumento del déficit incida en precios. Absurdo. Ni siquiera han anunciado cerrar completamente el déficit en 5 años cuando deberían anunciar ponerlo a 0 en tres. Mucha razón tuvo el otro día el ex viceministro Defilippi cuando dijo que no conocía a ningún economista sensato que apoye este despropósito. ¡Hasta Pedro Francke está en contra!".